El Ascenso de AMLO y el Inicio de la Cuarta Transformación
El 1 de julio de 2018, México vivió una jornada electoral histórica que culminó con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con más del 53% de los votos, un mandato contundente que no se veía en décadas. [6, 41] Este resultado no fue producto de la casualidad, sino la culminación de una carrera política de más de 30 años, dos candidaturas presidenciales previas (2006 y 2012) y la construcción de un movimiento social que capitalizó el descontento ciudadano con la corrupción, la desigualdad y la violencia. Las elecciones amlo de 2018 representaron un quiebre con el sistema de partidos tradicional que había gobernado el país por casi un siglo. [33, 47] La campaña de AMLO, bajo la coalición 'Juntos Haremos Historia', prometió una 'Cuarta Transformación' (4T), un cambio de régimen a la altura de otros tres grandes momentos de la historia nacional: la Independencia, la Reforma y la Revolución. [10, 17] La victoria no solo le dio la presidencia, sino también mayorías en ambas cámaras del Congreso, otorgándole un poder sin precedentes para implementar su agenda. [33] Desde el inicio de su mandato, el presidente amlo adoptó un estilo de gobierno personalista y directo, caracterizado por sus conferencias de prensa matutinas, conocidas como 'las mañaneras', desde donde marca la agenda nacional, responde a críticas y comunica las acciones de su administración. Su lema central, 'Por el bien de todos, primero los pobres', se convirtió en la piedra angular de sus políticas públicas. [28] Una de las primeras y más polémicas decisiones fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, un proyecto ya en construcción, argumentando costos excesivos y corrupción. En su lugar, impulsó la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en la base militar de Santa Lucía, sentando un precedente de su disposición a revertir decisiones de administraciones pasadas. Otro eje fundamental fue el combate frontal al robo de combustible, conocido como 'huachicol', una estrategia que, aunque generó desabasto temporal, buscaba mermar las finanzas del crimen organizado y recuperar recursos para el Estado. En este complejo entramado político, emergieron figuras clave, una de ellas fue Adán Augusto López Hernández. Paisano y aliado de larga data de AMLO desde sus luchas en Tabasco, su nombramiento como Secretario de Gobernación en 2021 consolidó un círculo de confianza en el gabinete. [22, 23] La relación entre ambos es profunda, forjada en la oposición política. [24] Es importante aclarar la frecuente búsqueda 'adan augusto lopez primo de amlo': no existe un parentesco familiar directo; su relación es de lealtad y camaradería política que se remonta a décadas atrás, cuando el padre de Adán Augusto, un notario, apoyó a López Obrador en sus denuncias de fraude electoral. [23, 24] Esta cercanía convirtió a López Hernández en uno de los operadores políticos más importantes del sexenio, encargado de las negociaciones con gobernadores, partidos de oposición y la gestión de crisis internas. La primera mitad del gobierno de AMLO se centró en sentar las bases de su proyecto. Esto incluyó una política de austeridad republicana, eliminando pensiones a expresidentes y reduciendo altos salarios de funcionarios, y el inicio del diseño de los amlo programas sociales, que se convertirían en el corazón de su estrategia de redistribución y base de su popularidad. [7, 9] Programas como la pensión para adultos mayores, becas para estudiantes y apoyos para personas con discapacidad comenzaron a tomar forma, buscando una aplicación universal y entrega directa para evitar intermediarios y corrupción. [21] Paralelamente, se lanzó un ambicioso plan de infraestructura que incluía proyectos emblemáticos como el Tren Maya en la península de Yucatán y la refinería de Dos Bocas en Tabasco. [5] Estos proyectos, concebidos como motores de desarrollo para el sureste del país, históricamente rezagado, también generaron controversia por su impacto ambiental y social. En el ámbito de las telecomunicaciones, el gobierno se propuso cerrar la brecha digital con el programa 'Internet para Todos', utilizando la infraestructura de la Red Compartida. [2] La iniciativa amlo altan redes buscaba llevar conectividad a las zonas más remotas y marginadas del país, una promesa de campaña que enfrentaría significativos desafíos técnicos y financieros, pero que subrayaba la visión del Estado como garante de derechos básicos. [8, 11] La gestión inicial del presidente amlo también estuvo marcada por la redefinición de la política de seguridad. Se creó la Guardia Nacional, un nuevo cuerpo de seguridad de carácter híbrido (civil con mando operativo militar) para hacer frente a la violencia del crimen organizado, reemplazando a la extinta Policía Federal. La estrategia, resumida en la frase 'abrazos, no balazos', priorizaba atender las causas sociales de la delincuencia, como la pobreza y la falta de oportunidades, sobre la confrontación directa. Este enfoque ha sido uno de los más debatidos y criticados, con resultados mixtos en la reducción de los índices de violencia. [5] El primer tramo del sexenio estableció claramente las prioridades y el estilo del nuevo gobierno, generando una polarización en la sociedad mexicana. [18] Por un lado, una base de apoyo sólida que aprobaba las políticas sociales y el discurso contra las élites; por otro, una oposición y sectores de la sociedad civil críticos de lo que consideraban una concentración de poder, ataques a instituciones autónomas y un debilitamiento de los contrapesos democráticos. Las elecciones amlo de 2021, de carácter intermedio, serían la primera gran prueba para medir el respaldo popular a la Cuarta Transformación y determinarían la capacidad del presidente para profundizar sus reformas en la segunda mitad de su mandato.

Los Pilares de la 4T: Programas Sociales e Inversión en Infraestructura
La segunda fase del gobierno del presidente amlo se caracterizó por la consolidación y expansión masiva de sus políticas insignia, principalmente los amlo programas sociales, que se convirtieron en el eje central de su administración y en la principal fuente de su sostenida popularidad. [9] Estos programas, elevados a rango constitucional para asegurar su permanencia, buscaron materializar el principio de 'primero los pobres' mediante transferencias monetarias directas a millones de mexicanos. [7] El programa más emblemático es la 'Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores', que se universalizó y duplicó su monto durante el sexenio, beneficiando a todos los ciudadanos mayores de 65 años. [21] Este apoyo se convirtió en un pilar para la economía de muchas familias y es, quizás, el programa con mayor reconocimiento popular. A este se sumó 'Jóvenes Construyendo el Futuro', un programa de aprendices que otorga una beca mensual a jóvenes que no estudian ni trabajan, a cambio de capacitarse en un centro de trabajo. El objetivo era doble: ofrecer una alternativa a la economía informal o al crimen organizado y, al mismo tiempo, inyectar capital humano joven a pequeñas y medianas empresas. [9] Otro de los grandes programas es 'Sembrando Vida', que proporciona un apoyo económico a campesinos para que cultiven árboles frutales y maderables en sus parcelas, con la meta de reforestar grandes extensiones del país y generar autosuficiencia alimentaria en el campo. [7] El sistema de 'Becas para el Bienestar Benito Juárez' abarcó todos los niveles educativos, desde preescolar hasta la universidad, con el fin de reducir la deserción escolar por motivos económicos. [28] Si bien la cobertura y el monto de estas transferencias directas fueron un logro innegable y contribuyeron a la reducción de la pobreza según datos oficiales, los críticos señalaron la falta de reglas de operación claras, la ausencia de evaluaciones de impacto a largo plazo y un posible uso clientelar, especialmente en periodos electorales. [31] El debate en torno a los amlo programas sociales se centró en su sostenibilidad fiscal y en si representaban una solución estructural a la desigualdad o simplemente un paliativo. Paralelamente a la inversión social, el gobierno de AMLO emprendió una serie de megaproyectos de infraestructura, principalmente en el sur-sureste del país. Estas obras, además de su objetivo económico, tenían una fuerte carga simbólica, representando la voluntad del Estado de invertir en regiones históricamente olvidadas. El Tren Maya, un circuito ferroviario de más de 1,500 km que recorre cinco estados, fue concebido para impulsar el turismo y el desarrollo económico, pero enfrentó una fuerte oposición de grupos ambientalistas y comunidades indígenas por su impacto en los ecosistemas selváticos y los cenotes. La refinería 'Olmeca' en Dos Bocas, Tabasco, buscaba alcanzar la soberanía energética, reduciendo la dependencia de la importación de gasolinas, aunque expertos cuestionaron su viabilidad financiera y su contradicción con las tendencias globales hacia energías más limpias. [5] En este contexto, el proyecto de telecomunicaciones amlo altan redes adquirió una nueva dimensión. Altan Redes, una asociación público-privada heredada de la administración anterior, enfrentó problemas financieros que amenazaban su supervivencia. [2] El gobierno de AMLO decidió intervenir, convirtiendo al Estado en socio mayoritario para rescatar la empresa y acelerar el despliegue del programa 'CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos'. [8, 20] El objetivo era ambicioso: utilizar la infraestructura eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para llevar fibra óptica y conectividad a escuelas, hospitales, plazas públicas y hogares en las comunidades más apartadas. El presidente anunció que la CFE pasaría a gestionar Altán, integrando la red eléctrica con la red de telecomunicaciones para garantizar la cobertura nacional. [11, 16] A pesar de los esfuerzos, la meta de conectar a todo el país para el final del sexenio enfrentó retrasos, demostrando la complejidad de superar la brecha digital en un territorio tan vasto y geográficamente diverso. [11] En el plano político, la figura de Adán Augusto López continuó siendo central. Como Secretario de Gobernación, fue el principal articulador entre el ejecutivo federal y los gobiernos estatales, muchos de ellos de oposición. Su labor fue crucial para mantener la gobernabilidad y sacar adelante reformas clave en el Congreso. Su lealtad incondicional al presidente amlo lo posicionó como una de las 'corcholatas', el término popular para los posibles sucesores a la presidencia. La especulación sobre si 'adan augusto lopez primo de amlo' podría ser el heredero político se intensificó, aunque la relación, como se ha mencionado, era de confianza política y no de sangre. [23] La segunda mitad del sexenio también estuvo definida por las elecciones amlo intermedias de 2021. Aunque Morena y sus aliados mantuvieron la mayoría en la Cámara de Diputados, perdieron la mayoría calificada (dos terceras partes), lo que significó un obstáculo para impulsar reformas constitucionales sin negociar con la oposición. Este resultado fue un reequilibrio de poder y obligó al gobierno a ajustar su estrategia legislativa. Fue un recordatorio de que, a pesar de la alta aprobación presidencial, el panorama político seguía siendo competitivo y plural. Estos años consolidaron la visión de un Estado con un rol protagónico en la economía y el bienestar social, una ruptura clara con las décadas de políticas neoliberales. La combinación de transferencias directas masivas y grandes proyectos de infraestructura definió el legado económico y social del gobierno, pero también sembró un intenso debate sobre su futuro, su costo y su verdadero impacto en el desarrollo a largo plazo de México.
Legado, Controversias y la Continuidad del Proyecto
La recta final del sexenio del presidente amlo se centró en la consolidación de su legado y en el proceso de sucesión presidencial, un periodo marcado tanto por la profundización de sus políticas como por la intensificación de las controversias. El debate sobre el impacto de la Cuarta Transformación dominó la discusión pública, con balances que iban desde la celebración de logros históricos hasta la advertencia sobre un deterioro democrático. [5, 18] Uno de los legados más tangibles es, sin duda, la política social. Los amlo programas sociales se volvieron parte del paisaje cotidiano de millones de familias, generando lealtad política y una reducción en las cifras de pobreza, según datos oficiales del CONEVAL. [15] Sin embargo, críticos como los analizados por El Economista, señalaron que la falta de focalización también llevó a que un porcentaje de los beneficios llegara a deciles de mayores ingresos, cuestionando su eficiencia redistributiva. [31] La decisión de elevar estos programas a rango constitucional fue una jugada política maestra para asegurar su continuidad más allá de su mandato. [7] En infraestructura, el proyecto amlo altan redes siguió su curso bajo la gestión de la CFE, con el objetivo persistente de cerrar la brecha digital. [11, 16] Aunque la cobertura total no se alcanzó al final del sexenio, se sentaron las bases para que el Estado asumiera un rol más activo en garantizar el acceso a internet como un derecho. [8] Este enfoque de soberanía tecnológica se alineó con la política energética, donde se buscó fortalecer a PEMEX y a la CFE frente a la participación privada. Sin embargo, el sexenio también estuvo plagado de controversias significativas. La política de seguridad 'abrazos, no balazos' continuó siendo un punto álgido de debate. Si bien algunas cifras de homicidios mostraron una ligera tendencia a la baja, la violencia de los cárteles no cedió y la percepción de inseguridad se mantuvo alta. [5] El creciente rol de las Fuerzas Armadas en tareas que excedían la seguridad pública, como la construcción de obras de infraestructura (Tren Maya, AIFA) y la administración de puertos y aduanas, generó preocupación entre analistas y organizaciones de derechos humanos, quienes alertaron sobre una militarización sin precedentes. Otro foco de tensión fue la relación del ejecutivo con otros poderes, especialmente con el Poder Judicial. El presidente amlo criticó abiertamente a jueces y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por fallos que frenaban sus reformas, como la Ley de la Industria Eléctrica o el llamado 'Plan B' de la reforma electoral. Estos enfrentamientos fueron vistos por sus detractores como ataques a la autonomía institucional y un intento por concentrar el poder, deteriorando el sistema de pesos y contrapesos. [18] En este clima de polarización se gestó el proceso de sucesión. Las elecciones amlo de 2024 se perfilaron no como una competencia entre partidos, sino como un referéndum sobre la continuidad de la 4T. [4] AMLO fue el gran elector, y su proceso interno para definir la candidatura de Morena, protagonizado por las 'corcholatas', mantuvo la atención mediática durante meses. Adán Augusto López fue uno de los principales aspirantes, recorriendo el país en un intento por ganar la encuesta interna. [26, 37] La recurrente búsqueda web 'adan augusto lopez primo de amlo' durante este periodo evidenciaba el interés del público por entender las dinámicas de poder dentro del círculo cercano al presidente. [24] Finalmente, Claudia Sheinbaum, ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y una de las figuras más cercanas a López Obrador, fue la elegida para dar continuidad al proyecto. Su victoria en las elecciones de junio de 2024 fue aplastante, obteniendo un porcentaje de votos incluso superior al de AMLO en 2018 y asegurando mayorías calificadas en el Congreso para Morena y sus aliados. [14, 25, 30] Este resultado fue interpretado como un respaldo masivo al proyecto de nación iniciado en 2018 y garantizó la llamada construcción del 'segundo piso' de la Cuarta Transformación. [15] El legado de AMLO es, por tanto, complejo y multifacético. Deja un país con menos pobres gracias a las transferencias directas, pero con una violencia endémica que persiste. [5] Deja megaproyectos de infraestructura que prometen desarrollo, pero con un alto costo ambiental y financiero. Deja un Estado con un rol más activo, pero también con instituciones autónomas debilitadas. [18, 29] El gobierno de AMLO cambió el eje de la discusión política en México, poniendo en el centro la desigualdad y la corrupción. Su estilo personalista y su capacidad de conectar con una amplia base social redefinieron la forma de ejercer el poder en el país. El futuro de México, ahora bajo el liderazgo de su sucesora, dependerá de cómo se construya sobre los cimientos, tanto sólidos como controvertidos, que dejó el gobierno del presidente Amlo.
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