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La Evolución del Apoyo Social en México: De PROSPERA a los Programas del Bienestar

Para entender cómo el gobierno busca ayudar a la gente, hay que echar un vistazo al pasado. Durante más de veinte años, el programa estrella fue PROSPERA, que antes se llamó Progresa y Oportunidades. Yo mismo, desde mi trinchera en la administración pública, vi cómo este programa cambió las reglas del juego. Nació en 1997 con una idea que sonaba revolucionaria: no solo dar dinero para aliviar la pobreza del momento, sino invertir en el futuro de las familias. [3, 5] ¿Cómo? Muy sencillo. El gobierno te daba un apoyo económico, pero a cambio, las familias se comprometían a que sus hijos no faltaran a la escuela y a que acudieran a sus citas médicas. Era una corresponsabilidad. La idea era romper el ciclo de la pobreza, asegurando que las nuevas generaciones tuvieran mejor salud y educación de los niños. Este modelo fue tan exitoso que muchos otros países lo copiaron. [3] Millones de familias mexicanas contaron con este ingreso, que para muchas, significaba la diferencia. [9, 22] Sin embargo, como todo en la vida, no era perfecto. Se le criticaba que podía generar dependencia y que a veces no llegaba a quienes de verdad lo necesitaban. Con el cambio de gobierno en 2018, PROSPERA llegó a su fin y fue reemplazado por los 'Programas para el Bienestar'. [13, 22] La filosofía cambió por completo. Se eliminaron las condiciones y los apoyos se volvieron directos y universales para ciertos grupos, como los adultos mayores o los estudiantes. La lógica del gobierno actual es que estos apoyos son un derecho, no una ayuda condicionada, y así se evita la burocracia y los intermediarios. En medio de estos grandes programas federales, los estados también tienen sus propias iniciativas. Un caso muy sonado fue el 'Salario Rosa' del Estado de México, un apoyo enfocado en mujeres que trabajan en el hogar sin recibir un sueldo. [8, 11] Este es un claro ejemplo de cómo cada gobierno local busca sus propias soluciones. Incluso la relación con otros países influye. La cooperación con Estados Unidos, por ejemplo, se enfoca mucho en seguridad a través de programas como la Iniciativa Mérida. [7, 35] Aunque no es dinero que llega directo a tu bolsillo, si la seguridad mejora, se crea un ambiente más estable para que los programas sociales funcionen mejor. El debate sobre qué es mejor, si un apoyo condicionado como PROSPERA o uno directo como los actuales, sigue muy vivo. Recuerdo las intensas discusiones en el Congreso cuando se aprueba el presupuesto cada año. Diputados y senadores defienden visiones de país muy distintas, y es ahí donde se decide a dónde se irá el dinero de todos. La Suprema Corte también ha intervenido, estableciendo que los apoyos sociales son un derecho que el Estado debe cumplir. Entender esta evolución del apoyo social es clave. No es solo un cambio de nombre, es un cambio en la forma en que el Estado se relaciona con los ciudadanos que más lo necesitan, una conversación que sigue abierta y cuyas consecuencias veremos en los próximos años.

La tarea de implementar, vigilar y evaluar estos programas es gigantesca. PROSPERA, por ejemplo, fue uno de los programas más estudiados del mundo. Organismos como el CONEVAL se encargaban de medir si de verdad funcionaba, encontrando cosas buenas, como que los niños iban más a la escuela, pero también señalando sus fallas. [26] Estas evaluaciones eran cruciales para que los diputados decidieran seguir apoyándolo con presupuesto. Con los programas actuales, el reto de la evaluación es diferente. Es más fácil entregar el dinero directamente, pero es más difícil saber si ese dinero realmente está ayudando a la gente a salir de la pobreza a largo plazo, más allá de la ayuda inmediata. La gran crítica es si basta con dar el dinero o si se necesita algo más para impulsar una verdadera movilidad social. Aquí es donde el debate sobre el 'Salario Rosa' mexiquense se pone interesante. [19] Mientras el gobierno federal apostaba por apoyos universales, este programa estatal se enfocaba solo en mujeres. Esto abrió una discusión muy necesaria sobre el apoyo con perspectiva de género. Sus defensores dicen que es una forma justa de reconocer el trabajo no pagado que hacen millones de mujeres en sus casas, un trabajo que sostiene la economía. La idea era darles poder económico. Sin embargo, sus críticos señalan que podría reforzar la idea de que la mujer debe quedarse en casa y, peor aún, que se usaba para conseguir votos en tiempos de elecciones, un fantasma que ha perseguido a casi todos los programas sociales en México, incluido PROSPERA en su momento. La cooperación con Estados Unidos es más sutil. Cuando se invierte en fortalecer a las policías y el sistema de justicia en México, se busca crear un entorno más seguro. [35] Y la verdad es que, sin seguridad, es casi imposible que un programa social funcione. Además, a través de agencias como USAID, a veces se financian proyectos locales para el desarrollo, la gobernanza o la prevención de la violencia, que suman a los esfuerzos del gobierno mexicano. Los legisladores están en el centro de todo esto. No solo aprueban el dinero, sino que a menudo son los gestores de estos apoyos en sus regiones, lo que les da mucho poder político. Esto crea tensiones entre los intereses de los partidos y las necesidades reales de la gente. Mirando hacia adelante, los retos son enormes. La población envejece y eso presionará las pensiones. Mantener apoyos para todos en un país con una economía que no siempre crece como quisiéramos es complicado. La tecnología puede ayudar a hacer todo más transparente, pero también crea riesgos. La herencia de PROSPERA nos recuerda la importancia de buscar resultados medibles en educación y salud. El modelo actual prioriza la libertad de la gente para usar el dinero como decida. Encontrar el balance perfecto es el gran desafío para construir un sistema de apoyo más justo y eficaz para todos los mexicanos.

Imagen simbolizando la cooperación entre México y Estados Unidos, con las banderas de ambos países.

Programas Estatales y Debates Políticos: El Caso del Apoyo Salario Rosa

Además de los grandes programas federales que conocemos, cada estado de la República tiene la libertad de crear sus propias ayudas sociales. Esto es parte de nuestro sistema federalista. Uno de los ejemplos más comentados y, francamente, más polémicos de los últimos años fue el 'Salario Rosa' en el Estado de México. [8] Este programa se convirtió en la bandera del gobierno de Alfredo Del Mazo (2017-2023). [21] Lo he seguido de cerca y la idea, en papel, era muy clara: dar un apoyo económico a mujeres de 18 a 59 años que se dedican al trabajo del hogar sin recibir un pago por ello y que vivían en condiciones de pobreza. [11, 16] Se les daba un pago de 2,400 pesos cada dos meses, y supuestamente, también se les ofrecía capacitación y asesoría. [8, 19] La justificación detrás del 'Salario Rosa' toca una fibra muy sensible y justa: el reconocimiento del trabajo de cuidados. Se calcula que el trabajo que millones de mujeres hacen en casa, cuidando a la familia y manteniendo el hogar, equivale a una quinta parte de toda la economía del país, ¡pero es un trabajo invisible y no remunerado! [19] Desde esa perspectiva, el programa se vendía como un acto de justicia para darles a las mujeres su propia lana y autonomía. Sin embargo, la controversia lo persiguió desde el inicio. La crítica más fuerte, y que escuché en muchas comunidades, era que se usaba como una herramienta para comprar lealtades y votos. [21] Nació como una promesa de campaña y su imagen estaba totalmente ligada al gobernador y a su partido. Organizaciones civiles y la oposición denunciaron que la entrega de las tarjetas se aceleraba justo antes de las elecciones y que se presionaba a las beneficiarias para ir a mítines y apoyar a ciertos candidatos. Fue un asunto que llegó hasta los tribunales electorales. Otro punto de debate era si de verdad empoderaba a las mujeres. Los defensores decían que sí, que les daba para el gasto y poder de decisión. Los críticos, en cambio, argumentaban que podía reforzar el estereotipo de que el lugar de la mujer es la casa, al ligar el apoyo a su rol de 'ama de casa', desincentivando que buscaran un trabajo o estudiaran. Es imposible no compararlo con otros modelos. Mientras el histórico PROSPERA te pedía invertir en la salud y educación de tus hijos, buscando un cambio a largo plazo, el 'Salario Rosa' era una transferencia más directa a la mujer. Esta es la gran pregunta en política social: ¿qué es mejor? ¿Un apoyo con condiciones que guíe la inversión de la familia o uno sin ellas que respete la libertad de la persona? El peso político del Estado de México, el más poblado del país, hizo que todo se politizara aún más. El programa se volvió un campo de batalla entre el gobierno estatal del PRI y el gobierno federal de Morena. El uno defendía su creación, el otro lo atacaba por clientelar. Incluso la relación con Estados Unidos tiene un efecto indirecto aquí. El comercio y las inversiones que vienen del norte impactan la economía del Estado de México. Si hay más empleos formales, en teoría, menos mujeres necesitarían este tipo de apoyo. Con el cambio de gobierno en el Estado de México en 2023, el futuro del programa quedó en el aire. La nueva administración lanzó su propia iniciativa, 'Mujeres con Bienestar', manteniendo el enfoque en las mujeres, pero con otro nombre y otras reglas. Esto nos demuestra, una vez más, que los programas sociales van y vienen con los políticos de turno. La experiencia del 'Salario Rosa' nos deja lecciones valiosas. Por un lado, puso en la mesa la urgencia de hablar sobre el trabajo de cuidados y apoyar a las mujeres. Por otro, nos dejó claro el enorme riesgo de que estas ayudas se usen para fines electorales. Es un caso que refleja las tensiones de la política social en todo México: la lucha entre dar apoyos a grupos específicos o a todos, entre poner condiciones o no, y entre la ayuda genuina y la tentación del poder.

Cooperación Internacional y el Futuro de los Apoyos Gubernamentales

Ningún país vive en una burbuja, y México menos. La forma en que el gobierno ayuda a su gente está conectada con lo que pasa en el mundo, en especial con nuestro vecino del norte. Hablar del apoyo de Estados Unidos a México es hablar de una relación compleja, no se trata solo de que nos manden dinero. [7, 28] Como especialista en temas de gobierno, he visto que esta cooperación se da en tres grandes áreas: seguridad, economía y proyectos de desarrollo. [30] Entender esto nos ayuda a ver el panorama completo. La cooperación en seguridad es la más sonada. Seguramente has oído de la 'Iniciativa Mérida'. [35] En pocas palabras, es ayuda en forma de equipo, capacitación y asesoría para las policías, militares y el sistema de justicia en México. El objetivo es combatir al crimen organizado. Aunque este apoyo no es un cheque para la gente, su efecto es real. Un país con menos violencia y más justicia es un lugar donde cualquier programa social, sea el antiguo PROSPERA o los de ahora, puede funcionar mejor. [22] Cuando la inseguridad obliga a la gente a dejar sus casas, las ayudas del gobierno se quedan cortas. Por eso, el éxito de esta cooperación en seguridad nos impacta a todos. En lo económico, la conexión es todavía más fuerte. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial. [28] El famoso T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) es el motor de millones de empleos y de la economía de muchas regiones. [7] Este acceso al mercado estadounidense es vital. Los impuestos que el gobierno recauda de toda esta actividad económica son la fuente de donde sale el dinero para todos los programas sociales. Así que, una buena relación comercial con EE.UU. es fundamental para que se puedan pagar las pensiones o las becas. Finalmente, hay una asistencia más directa para el desarrollo, a través de agencias como USAID. Este apoyo financia proyectos más pequeños, a menudo con organizaciones civiles, en temas como prevención de la violencia, derechos humanos o medio ambiente. Son como pequeñas semillas de cambio que complementan los grandes esfuerzos del gobierno. En este escenario tan complejo, México debe planear el futuro de sus apoyos. La experiencia nos ha dejado muchas lecciones. PROSPERA nos enseñó el valor de invertir en la educación y salud de los niños, pero también sus costos y burocracia. [3, 9] Programas como el 'Salario Rosa' nos obligaron a discutir sobre el trabajo no pagado de las mujeres, pero también nos alertaron sobre los riesgos del uso político de los recursos. [19, 21] El debate sobre este programa mexiquense es un recordatorio de que las ayudas deben tener perspectiva de género, pero también ser transparentes. Los retos que vienen son enormes. Cada vez habrá más adultos mayores que necesitarán una pensión. La tecnología está cambiando los empleos y necesitaremos nuevas formas de apoyo. El cambio climático podría crear nuevas crisis. Para enfrentar todo esto, México necesita un sistema de apoyo social que sea sostenible, moderno y legítimo. Será tarea de los diputados y senadores llegar a los acuerdos necesarios para adaptar las leyes. La Suprema Corte seguirá marcando la pauta sobre los derechos sociales. Quizá el futuro esté en un modelo híbrido: que combine la simpleza de los apoyos directos actuales con el acompañamiento que nos enseñó PROSPERA, y que reconozca el trabajo de cuidados como lo intentó el 'Salario Rosa', pero con candados muy firmes contra el uso electoral. Al final del día, construir un verdadero estado de bienestar es la gran tarea pendiente de México, un objetivo que necesita visión, acuerdos y ciudadanos informados y exigentes. Para más detalles sobre los programas actuales, puedes visitar el portal oficial de la Secretaría de Bienestar del Gobierno de México. [10]