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¿Qué es y cómo funciona el Senado? La base de todo

He visto a lo largo de mi carrera cómo el ciudadano de a pie a menudo se pregunta para qué sirven tantos políticos. Permítanme explicarles por qué el Senado es tan importante. Imaginen que México es un gran equipo donde cada estado es un jugador estrella. La Cámara de Diputados es la voz de toda la afición, el pueblo. Pero el Senado es el consejo de capitanes, donde cada estado se sienta a la mesa para que las decisiones importantes tomen en cuenta a todos y no solo a la mayoría. Esta idea, llamada pacto federal, es la que mantiene unido y en equilibrio a nuestro país. Nuestra Constitución, ese manual de juego que nos rige desde 1917, establece que el Congreso se divide en estas dos Cámaras. El Senado, en particular, está formado por 128 legisladores. ¿Cómo llegan ahí? Es un sistema interesante que busca el equilibrio. En cada estado, los dos candidatos de la fórmula más votada obtienen un escaño. El tercer lugar se le da al partido que quedó en segundo; esto se llama 'primera minoría' y asegura que la segunda fuerza más importante de cada estado tenga voz. Los 32 senadores restantes se eligen de una lista nacional, dando oportunidad a que partidos con apoyo en todo el país, pero sin ser mayoría en un estado específico, también estén representados. Por este complejo tablero compitieron los candidatos en la elección de 2024, buscando un lugar por un periodo de seis años. Su trabajo, sin embargo, va mucho más allá de votar leyes generales. El Senado tiene facultades exclusivas que son vitales para la soberanía y la gobernabilidad. Por ejemplo, toda la política exterior del Presidente pasa por su filtro. Ningún tratado internacional es válido si el Senado no lo aprueba. Ellos son, en la práctica, nuestros guardianes en el escenario mundial. Además, ratifican nombramientos clave: desde embajadores y altos funcionarios de Hacienda hasta los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Esta es una herramienta de control fundamental para evitar la concentración de poder en el Ejecutivo. También autorizan la salida de tropas del país, analizan la desaparición de poderes en un estado si fuera necesario y actúan como jurado en juicios políticos contra altos funcionarios. Como ven, ser senador exige una visión de Estado y una enorme responsabilidad. Por eso, entender quiénes fueron los aspirantes en 2024 y qué propusieron fue crucial, pues en sus manos quedaron decisiones que marcarán el rumbo de México.

Vista exterior del moderno edificio de la Camara del Senado de la República, un pilar del gobierno mexicano.

El veredicto de las urnas: Un vistazo a la elección de 2024

La jornada del 2 de junio de 2024 fue un verdadero terremoto político. He sido testigo de muchas elecciones, pero pocas con una definición tan contundente. Ese día, los ciudadanos no solo eligieron presidenta, sino que entregaron un mandato muy claro al Congreso. La contienda por los 128 escaños del Senado fue el reflejo perfecto de la polarización del país. Por un lado, la coalición oficialista, 'Sigamos Haciendo Historia' (Morena, PT y PVEM), basó su campaña en la promesa de profundizar las reformas de la 'Cuarta Transformación'. Del otro lado, la alianza opositora 'Fuerza y Corazón por México' (PAN, PRI y PRD) se presentó como un dique de contención, un contrapeso necesario para proteger a las instituciones. Vimos de todo en las campañas: desde políticos de larga trayectoria hasta figuras mediáticas intentando conectar con el electorado. Fue una lucha intensa en debates, redes sociales y en la calle. Al final, los resultados fueron rotundos. La coalición gobernante obtuvo una victoria abrumadora, logrando una mayoría muy sólida en el Senado, quedándose a un paso de la mayoría calificada, esa cifra mágica de dos terceras partes que se necesita para cambiar la Constitución sin tener que negociar. Según los cómputos, Morena y sus aliados consiguieron cerca de 83 senadores. Esto, en términos prácticos, le da al nuevo gobierno una capacidad de maniobra que no se veía en décadas para impulsar su agenda. La oposición, liderada por el PAN y el PRI, quedó como la segunda fuerza, pero con un número de legisladores considerablemente reducido, lo que les obliga a ser más estratégicos y a buscar alianzas para hacer oír su voz. Movimiento Ciudadano, por su parte, se consolidó como una tercera fuerza que podría ser clave en votaciones donde el oficialismo necesite esos pocos votos que le faltan para alcanzar la mayoría calificada. ¿Qué nos dice este nuevo mapa político del Senado? Primero, que las grandes reformas propuestas por el ejecutivo, como la judicial o la electoral, tienen una alta probabilidad de ser aprobadas. La dinámica de pesos y contrapesos que conocíamos ha cambiado radicalmente. Segundo, el rol de la oposición se vuelve más crítico que nunca. Su desafío será construir narrativas y argumentos sólidos que resuenen no solo en el pleno, sino en la opinión pública. El veredicto de las urnas fue claro y configuró un escenario político que pondrá a prueba la capacidad de diálogo de todos los actores.

Los desafíos del nuevo Senado: ¿Qué sigue para México?

Desde que la nueva Legislatura se instaló el 1 de septiembre, la maquinaria del Senado se puso en marcha a toda velocidad. La nueva correlación de fuerzas, con una mayoría tan clara para el gobierno, ha puesto sobre la mesa una agenda de reformas de gran calado que definirá el futuro inmediato del país. El principal tema de debate, y que ha acaparado la atención de todos, es la reforma al Poder Judicial. La idea de que jueces, magistrados y ministros sean electos por voto popular es un cambio de paradigma que está generando una discusión nacional intensa sobre la independencia de la justicia y el equilibrio de poderes. El debate y la votación de esta propuesta en el Senado será la primera gran prueba de fuego para esta nueva etapa. Aquí es donde los senadores de oposición, aunque en minoría, tienen la enorme responsabilidad de enriquecer el debate, organizar foros y parlamentos abiertos para escuchar a todos los sectores y asegurar que cualquier cambio fortalezca, y no debilite, nuestras instituciones. Pero la agenda no termina ahí. Se anticipan debates sobre reformas en materia energética, electoral y de seguridad. La relación entre el Senado y el Presidente será, por supuesto, muy estrecha, pero es fundamental recordar que el Senado no es una oficina de trámites del Ejecutivo. Su función de control es irrenunciable. A través de comparecencias de funcionarios, ratificación de nombramientos y análisis de informes, la Cámara Alta debe seguir siendo un fiscalizador del poder. En el frente internacional, la gestión de la compleja relación con Estados Unidos y la supervisión de tratados como el T-MEC seguirán siendo una prioridad. La capacidad de nuestros senadores para actuar con visión de Estado será crucial para proteger los intereses de México en un mundo cada vez más complicado. En última instancia, la legitimidad de esta institución clave, cuya información oficial puedes consultar en senado.gob.mx, depende de que su trabajo se sienta en el bolsillo y la vida diaria de los mexicanos. La legislatura 2024-2030 se perfila como una de las más transformadoras de nuestra historia reciente. El Senado está en el epicentro de este cambio, con la responsabilidad de construir el andamiaje legal del México del mañana. El juicio de la historia sobre los legisladores que hoy ocupan un escaño dependerá de su habilidad para forjar acuerdos, ejercer un control efectivo del poder y, sobre todo, fortalecer nuestra democracia. En este contexto, entender la estructura de cómo funciona el gobierno de tu estado y otros niveles de administración pública municipal es vital.