El Veredicto de las Urnas: radiografía de la elección de 2024

En la administración pública, decimos que las elecciones son la radiografía del sentir ciudadano. Y la jornada electoral de 2024 nos entregó una imagen muy nítida. No solo se eligió a la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, sino que se redefinió por completo el Poder Legislativo. La pregunta clave en la mente de todos no era solo quién ganaría la presidencia, sino si la coalición gobernante, 'Sigamos Haciendo Historia' (Morena, PT y PVEM), conseguiría la famosa 'mayoría calificada'. ¿Por qué es tan importante? Porque con ella, que significa tener el voto de dos de cada tres legisladores, se puede cambiar la Constitución. Este era el objetivo del llamado 'Plan C', una estrategia para asegurar que las reformas más profundas pudieran hacerse realidad.

Los resultados fueron contundentes. En la Cámara de Diputados, que es como el motor principal para crear leyes, la coalición oficialista no solo ganó, sino que arrasó, obteniendo más de los 334 diputados necesarios para esa mayoría calificada. Con alrededor de 365 escaños, ahora tienen la capacidad de impulsar cambios constitucionales sin tener que negociar con la oposición. He visto legislaturas muy divididas y otras con mayorías claras, pero un poder tan concentrado como este no se veía desde hace décadas, mucho antes de que habláramos de una plena transición democrática.

En el Senado la historia fue parecida, aunque con un pequeño matiz que lo cambia todo. De los 128 senadores, la coalición en el poder se quedó a un suspiro de la mayoría calificada, asegurando unos 83 escaños cuando necesitaban 85. Esto significa que, si bien tienen el control para aprobar leyes normales y el presupuesto sin problemas, para cambiar la Constitución necesitarán convencer a un par de senadores de otros partidos. Ese pequeño detalle será el centro de las negociaciones políticas más importantes del sexenio.

La Nueva Realidad de las Fuerzas Políticas

Así como hay ganadores claros, también hay perdedores. La elección de 2024 fue un duro golpe para la oposición, agrupada en la coalición 'Fuerza y Corazón por México'. El PAN se mantiene como la segunda fuerza política, pero mucho más pequeña que antes. El PRI, que durante décadas fue el partido dominante, sigue en caída libre, con uno de sus peores resultados históricos. Y el PRD, un partido que fue fundamental en la historia de la izquierda mexicana, está luchando por no desaparecer al no alcanzar el mínimo de votos requerido por la ley.

Mientras tanto, Movimiento Ciudadano (MC), que decidió ir por su cuenta, se consolidó como una tercera opción. Aunque no puede competir con el poder de Morena, su papel será clave, especialmente en el Senado. Esos votos que le faltan al oficialismo para cambiar la Constitución podrían venir de MC, convirtiéndolo en el partido que incline la balanza en momentos decisivos.

Para entender la magnitud de este cambio, basta recordar lo que pasó en 2018. En aquel entonces, el triunfo de López Obrador fue arrollador y su coalición también ganó la mayoría en el Congreso. Sin embargo, no obtuvieron la mayoría calificada de manera tan directa y contundente. La gran diferencia con 2024 es que esta vez el mandato fue explícito: la gente no solo votó por una persona, sino por un proyecto que incluía darle al gobierno las herramientas legislativas para profundizar la transformación. El 'Plan C' funcionó y el resultado es un nuevo mapa del poder que definirá el rumbo de México en los próximos años.

Ciudadanos mexicanos emitiendo su voto en una casilla durante las elecciones al Congreso, un pilar de la democracia y el gobierno.

Del Tsunami de 2018 al 'Plan C' de 2024: una Década de Cambios

Para quienes hemos seguido de cerca el funcionamiento del gobierno, la historia reciente del Congreso mexicano se puede contar en dos actos. El primero comenzó con las elecciones de 2018, un verdadero 'tsunami' político que le dio al presidente López Obrador y a su movimiento una mayoría sólida en ambas cámaras. Gracias a eso, durante su sexenio pudieron aprobar leyes importantes sobre austeridad, crear la Guardia Nacional o cambiar la reforma educativa. Sin embargo, aprendieron una lección por las malas: esa mayoría no era suficiente para todo. Cuando intentaron hacer cambios más grandes a la Constitución, como la reforma eléctrica o la electoral, la oposición unida los frenó en seco. Les faltaban los votos para la mayoría calificada.

Esa frustración de ver sus proyectos más ambiciosos bloqueados es precisamente el origen del 'Plan C'. Desde el gobierno, la estrategia para 2024 fue muy clara y directa: le pidieron a la gente que votara 'parejo', no solo por la presidencia, sino por todos los candidatos a diputados y senadores de su coalición. El objetivo era uno solo: conseguir los números necesarios para, esta vez sí, aprobar el paquete de reformas que se quedaron en el tintero, incluyendo temas tan polémicos como la elección de jueces por voto popular, cambios en el sistema de pensiones o la reestructuración de organismos autónomos.

El resultado de la elección fue la prueba de que el mensaje llegó fuerte y claro a una gran parte del electorado. A diferencia de 2018, donde el voto fue más un apoyo a la figura del presidente, en 2024 la gente también votó por una estrategia legislativa. La elección se convirtió, en la práctica, en un referéndum sobre qué tan profundo debía ser el cambio, y la respuesta en las urnas fue contundente.

La Evolución de la Oposición y los Contrapesos

Mientras el oficialismo planeaba cómo consolidar su poder, la oposición intentaba sobrevivir. Después de la derrota de 2018, los partidos tradicionales (PAN, PRI y PRD) se unieron en una alianza para las elecciones de 2021, con la meta de quitarle la mayoría a Morena. Lograron restarle algunos diputados, pero no lo suficiente para cambiar la balanza. Para 2024, mantuvieron esa alianza, pero el resultado fue aún peor, perdiendo muchos más escaños. Su estrategia de actuar como un 'muro de contención' y votar en bloque contra cualquier reforma constitucional funcionó en la legislatura pasada, pero no les dio frutos en las urnas. Desde la perspectiva ciudadana, muchos lo vieron como una política de simple obstrucción, sin una propuesta clara de qué harían ellos por el país.

El escenario que tenemos ahora es radicalmente distinto. Con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y casi asegurada en el Senado, la capacidad de la oposición para actuar como contrapeso se reduce drásticamente. En mi experiencia, esto cambia por completo la dinámica parlamentaria. El debate ya no será sobre si se aprueban o no las grandes reformas, sino sobre los detalles de cómo se aprobarán. La negociación ya no será con la oposición, sino dentro de la propia coalición de gobierno y, en el Senado, con esos pocos legisladores que pueden tener la llave para los cambios constitucionales. Esta década, entre la elección de 2018 y la de 2024, ha sido sin duda una de las más transformadoras para el Congreso y la forma de hacer política en el México moderno.

El Nuevo Congreso y el Futuro de México: Gobernabilidad, Reformas y Contrapesos

Con la nueva conformación del Congreso, el gobierno entrante de Claudia Sheinbaum tiene en sus manos un poder legislativo que no se había visto en décadas. Esto, en términos de gobierno, se traduce en una enorme capacidad para actuar. En teoría, podrá convertir sus promesas de campaña en leyes y reformas constitucionales de manera rápida y eficiente. La prioridad es clara: el 'Plan C', ese paquete de reformas que busca rediseñar partes clave del Estado. La más polémica, sin duda, es la reforma al Poder Judicial, que propone que los ministros de la Suprema Corte, los magistrados y los jueces sean elegidos por voto popular, como si fueran un presidente o un gobernador. Esta reforma es la pieza central del proyecto de la 'Segunda Fase' de la Cuarta Transformación.

El camino en el Congreso para estas reformas será el gran tema de los próximos meses. En la Cámara de Diputados, la coalición gobernante tiene los números para aprobarlas sin problemas. En el Senado, la cosa se pone interesante. Como les faltan un par de votos para la mayoría calificada, tendrán que negociar. Aquí es donde el nuevo gobierno deberá mostrar su habilidad política para tender puentes. Cada voto contará y será decisivo.

Esto es muy diferente a lo que vimos después de 2018. En aquel entonces, el gobierno tuvo que ser más pragmático y enfocarse en leyes que no requerían cambiar la Constitución. La experiencia de esos seis años moldeó la estrategia que los llevó a la victoria de 2024. El mensaje de las urnas ha sido interpretado como una luz verde para acelerar el cambio, y el nuevo Congreso es la herramienta para lograrlo.

El Papel de la Suprema Corte y otros Contrapesos

Ante un Poder Legislativo tan alineado con el Ejecutivo, ¿quién pondrá los frenos? El principal contrapeso institucional que queda es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En el sexenio pasado, la Corte ya invalidó varias leyes importantes aprobadas por el Congreso, argumentando que el proceso no fue el correcto o que violaban directamente la Constitución. Es casi un hecho que, una vez que se aprueben las nuevas reformas, lloverán demandas de inconstitucionalidad. La tensión entre el Poder Judicial y los otros dos poderes seguramente aumentará. Y es precisamente por eso que la reforma al Poder Judicial es tan crucial para el gobierno: si logran cambiar la forma en que se eligen los jueces y ministros, este equilibrio de poder cambiaría para siempre.

Pero los contrapesos no solo están en el gobierno. La sociedad civil, los medios de comunicación, el sector privado e incluso la opinión internacional estarán observando de cerca. Para cualquier gobierno, tener los votos en el Congreso es importante, pero también lo es mantener la confianza de la gente, de los inversionistas y cumplir con los acuerdos internacionales. El gobierno deberá usar sus canales, como el portal oficial gob.mx, para explicar muy bien lo que quiere hacer y por qué, si quiere mantener el apoyo ciudadano.

En resumen, la elección de 2024 le ha dado al partido gobernante una oportunidad histórica. La nueva composición del Congreso elimina muchos de los obstáculos que tuvo la administración anterior. Sin embargo, gobernar un país tan complejo como México exige más que números. Requerirá una gran habilidad política para manejar las tensiones que inevitablemente surgirán. El éxito del próximo sexenio no se medirá solo por cuántas reformas se aprueben, sino por si estas logran fortalecer al país y mejorar la vida de los ciudadanos.