Tabla de Contenido

  1. El Escenario Electoral: Candidatos y Propuestas
  2. Resultados Históricos y el Nuevo Mapa del Poder
  3. Los Grandes Retos del Nuevo Gobierno

El Escenario Electoral: Candidatos y Propuestas

El proceso electoral que vivimos en México entre 2023 y 2024 fue, sin duda, uno de los más importantes de nuestra era democrática. No solo se eligió quién ocuparía la silla presidencial, sino que se redefinió el equilibrio de fuerzas en todo el aparato gubernamental. La conversación pública giró en torno a tres proyectos muy diferentes para el país, pero lo más notable, y que a mí me parece un avance extraordinario, es que por primera vez en nuestra historia, las dos candidaturas principales estaban encabezadas por mujeres. Fue un verdadero punto de quiebre. Para entender por qué la gente votó como lo hizo, es fundamental conocer quiénes eran los candidatos y qué nos ofrecían.

¿Quiénes compitieron por la presidencia?

La boleta nos presentó tres nombres: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. Cada uno, con su propia historia y respaldo, nos pintó un México muy distinto, convirtiendo la decisión en un profundo ejercicio de reflexión sobre el futuro que queremos.

Claudia Sheinbaum Pardo (Coalición Sigamos Haciendo Historia): Como la candidata de Morena y sus aliados (PT y PVEM), Sheinbaum representó la promesa de continuar el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador, la llamada 'Cuarta Transformación'. Su carrera ha estado muy cerca de la del presidente saliente; muchos la recordamos como su Secretaria de Medio Ambiente en la Ciudad de México. Su perfil, como científica con un doctorado en ingeniería, le dio un toque técnico a su discurso. Su principal carta fue su gestión como Jefa de Gobierno de la capital, donde impulsó programas sociales e importantes obras de infraestructura. Su campaña se centró en la idea de consolidar lo ya construido: fortalecer los apoyos sociales, mantener el control estatal sobre Pemex y la CFE, y seguir con la bandera de la austeridad y la lucha contra la corrupción.

Xóchitl Gálvez Ruiz (Coalición Fuerza y Corazón por México): Encabezando la alianza opositora de partidos tradicionales (PAN, PRI y PRD), Xóchitl Gálvez irrumpió como una figura que buscaba romper moldes. Su historia personal, de origen indígena y empresaria tecnológica exitosa, fue el eje de su narrativa. Se presentó como una ciudadana que venía a cambiar la política. Quienes seguimos su carrera la recordamos de su paso por el gabinete de Vicente Fox y como una senadora muy activa. Su campaña fue una crítica frontal a la estrategia de seguridad, a la política energética y al manejo de la salud del gobierno anterior. Proponía un giro de timón: abrir la puerta a la inversión privada, sobre todo en energías limpias, fortalecer las instituciones que sirven de contrapeso al poder y enfrentar al crimen organizado con una nueva estrategia. Buscó ser la voz del descontento.

Jorge Álvarez Máynez (Movimiento Ciudadano): Su partido, MC, decidió ir por su cuenta con Álvarez Máynez como candidato. Como líder de su bancada en la Cámara de Diputados, se enfocó en el electorado joven, con una campaña muy ágil en redes sociales y un discurso sobre un 'México nuevo'. Sus ideas principales eran una reforma fiscal para que paguen más los que más tienen, la legalización de drogas como parte de una estrategia de paz y una apuesta decidida por las energías renovables. Aunque no tenía posibilidades reales de ganar, su participación fue importante porque puso sobre la mesa temas que los otros candidatos preferían no tocar y se presentó como una alternativa a la polarización que tanto nos ha desgastado.

Las Visiones de País en Contraste

Las propuestas de cada uno dejaban claras sus diferencias ideológicas. No era solo elegir a una persona, sino a un modelo de gobierno. Veamos los puntos clave:

Economía y Desarrollo: Sheinbaum apostó por fortalecer la economía desde adentro, con mejores salarios y programas sociales, manteniendo a Pemex y CFE como motores del país. Gálvez, en cambio, proponía abrir la economía, atraer inversión extranjera y dar más confianza a los empresarios. Álvarez Máynez planteaba algo distinto: una revolución fiscal para repartir mejor la riqueza y un fuerte impulso a la economía digital y verde.

Seguridad y Justicia: Este fue el tema más ríspido. Sheinbaum defendió la idea de atender las causas de la violencia con programas para jóvenes, mientras fortalecía a la Guardia Nacional. Por el contrario, Gálvez proponía una estrategia de 'mano dura' contra los delincuentes y mayor colaboración con Estados Unidos. Álvarez Máynez, por su lado, sugirió una ruta diferente: regularizar drogas como la marihuana para quitarle poder a los cárteles y enfocar la fuerza del Estado en los delitos que más nos duelen, como el homicidio y la extorsión.

Política Social y Salud: Todos prometieron mantener los programas sociales, pero con enfoques distintos. Sheinbaum buscaba hacerlos un derecho constitucional. Gálvez quería reformarlos para que no se usaran con fines políticos y proponía revivir algo parecido al 'Seguro Popular', donde uno pudiera elegir entre un hospital público o uno privado. Máynez también apoyaba los programas, pero con un foco especial en la niñez, y soñaba con un sistema de salud universal, financiado con su reforma fiscal. Estas diferencias marcaron el debate y nos dieron opciones muy claras en las urnas.

Fachada del Palacio Legislativo de San Lázaro, sede de la Cámara de Diputados, representando la nueva configuración del poder legislativo después de las elecciones de presidente 2024.

La Jornada Electoral y los Resultados Históricos: Un Nuevo Mapa del Poder

El domingo 2 de junio de 2024 quedará grabado en nuestra memoria. Fue el día en que, con nuestro voto, elegimos a la primera mujer presidenta en la historia de México. Pero la elección fue mucho más que eso. También decidimos quiénes nos representarían en el Congreso —diputados y senadores— y en los gobiernos de varios estados. Desde mi experiencia, puedo decirles que los resultados de esa jornada no solo fueron históricos, sino que transformaron por completo el tablero político del país, dándole un poder inmenso al partido gobernante.

Una victoria que resonó en todo el país

Los números fueron contundentes. Claudia Sheinbaum no solo ganó, arrasó. Obtuvo casi 36 millones de votos, lo que representa cerca del 60% del total. Esta cifra la convierte no solo en la primera mujer presidenta, sino en la candidata con más votos en la historia moderna de México. Un mandato popular de esa magnitud no se había visto en mucho tiempo. Xóchitl Gálvez, de la alianza opositora, obtuvo 16.5 millones de votos (un 27.5%), mientras que Jorge Álvarez Máynez logró un respetable 10.3%, con 6.2 millones de votos. La participación fue alta, con más del 60% de los ciudadanos acudiendo a las urnas, demostrando que la democracia, a pesar de todo, sigue viva.

Lo que más me impresionó fue ver el mapa electoral. Prácticamente todo el país se pintó del color de Morena y sus aliados. Ganaron en 31 de los 32 estados, incluyendo lugares que antes eran bastiones de la oposición. El sur y sureste del país le dieron un apoyo abrumador, pero la verdadera sorpresa fue su avance en zonas del norte y el Bajío, donde se esperaba una competencia más cerrada. La oposición solo pudo retener el voto en algunas zonas de altos ingresos de las grandes ciudades, pero la mayoría de los barrios y las comunidades le dieron su confianza al proyecto de la 'Cuarta Transformación'. El mensaje fue claro: una gran parte de México aprobó la gestión saliente y votó por la continuidad.

El Congreso: El verdadero cambio de poder

Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes y donde se define el futuro del país. El resultado más importante de la elección, más allá de la presidencia, fue la nueva composición del Congreso. La coalición de gobierno no solo ganó la mayoría, sino que estuvo a punto de conseguir lo que se conoce como 'mayoría calificada'. En palabras sencillas, es tener el poder suficiente para cambiar la Constitución por su cuenta, sin necesidad de negociar con la oposición. Esto es lo que se llamó el 'Plan C'.

En la Cámara de Diputados, lo lograron. La coalición oficialista consiguió más de dos tercios de los asientos. Esto le da al nuevo gobierno una libertad de acción que no hemos visto en décadas. Para que nos entendamos, es como si en una junta de vecinos, un solo grupo tuviera los votos para cambiar las reglas del edificio sin preguntarle a nadie más. La oposición quedó muy disminuida, y un partido histórico como el PRD incluso perdió su registro por no alcanzar los votos necesarios.

En el Senado, la historia es parecida. Se quedaron a solo un par de escaños de esa 'mayoría calificada'. Esto significa que, aunque no la tienen de entrada, les bastaría con convencer a unos pocos senadores de otros partidos para poder impulsar sus reformas constitucionales más profundas, como la polémica reforma al Poder Judicial. Esta nueva realidad, donde el poder Ejecutivo y el Legislativo están tan alineados, es la consecuencia más profunda de la elección. Define el inicio de una nueva etapa política en México, donde el equilibrio de poderes, como lo conocíamos, ha cambiado radicalmente.

El Nuevo Gobierno y los Grandes Retos del Futuro

Con la euforia de una victoria histórica ya en el espejo retrovisor, el nuevo gobierno, liderado por la primera presidenta de México, se enfrenta ahora a la cruda realidad: un país con enormes desafíos. Como alguien que ha visto pasar varias administraciones, sé que una cosa es ganar una elección con un apoyo masivo y otra muy distinta es gobernar. El mandato es amplio, sí, pero las expectativas de la gente son aún mayores. El éxito de este sexenio dependerá de la capacidad para resolver los problemas que nos afectan a todos en el día a día.

Los retos que no esperan en casa

La agenda nacional está llena de asuntos urgentes que no pueden esperar. Aquí los más importantes:

1. Paz y Seguridad: Este sigue siendo el tema que más nos quita el sueño. Aunque se reporten bajas en algunos delitos, la realidad en muchas partes del país es de miedo e incertidumbre. El 'cobro de piso' que asfixia a los pequeños negocios, la violencia que desgarra comunidades... ese es el verdadero reto. El nuevo gobierno necesita una estrategia que vaya más allá de los discursos y que logre devolverle la paz a la gente. La propuesta de reformar el Poder Judicial, para que los jueces sean elegidos por voto popular, se presenta como la gran solución contra la corrupción y la impunidad. Sin embargo, a muchos nos preocupa que esto pueda debilitar la independencia de la justicia y hacerla vulnerable a presiones políticas.

2. Economía y el bolsillo familiar: Heredamos una economía con cosas buenas, como un peso fuerte, pero con focos rojos que hay que atender. El gobierno está gastando más de lo que ingresa, y eso limita el dinero disponible para nuevas obras o programas. Además, Pemex sigue siendo una carga financiera muy pesada. La gran oportunidad se llama 'nearshoring': la posibilidad de que muchas empresas que producían en Asia ahora se instalen en México, creando empleos aquí. Pero para que eso ocurra, necesitamos ofrecerles certidumbre, seguridad, y servicios básicos como energía limpia y agua, que hoy ya escasean en varias zonas. El reto es mantener la casa en orden y, al mismo tiempo, hacer que la economía crezca para que se sienta en los hogares.

3. Bienestar Social y Desigualdad: Los programas sociales han sido un pilar, y la promesa es fortalecerlos. El verdadero desafío es que sean sostenibles a largo plazo y que ayuden de verdad a cerrar la enorme brecha entre ricos y pobres. Además, todos sabemos que nuestros sistemas de salud y educación necesitan una mejora urgente. Millones de familias dependen de ellos. Atender crisis como la del agua, que ya es una realidad para muchos, será una prueba de fuego para la nueva administración.

Los desafíos más allá de nuestras fronteras

Lo que pasa en el mundo nos afecta directamente, y la política exterior será clave en los próximos años.

1. La relación con Estados Unidos: Nuestra relación con el vecino del norte siempre es compleja, pero podría volverse aún más con un posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Sus amenazas de imponer altos impuestos a nuestros productos, junto con las eternas presiones sobre migración y seguridad, ponen sobre la mesa un escenario de enorme incertidumbre. La habilidad de nuestra presidenta para navegar estas aguas turbulentas, defendiendo nuestros intereses sin provocar una crisis, será quizás su mayor prueba en el escenario internacional.

2. La revisión del T-MEC: En 2026, nuestro principal acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá será revisado. Es un momento crucial. Se discutirán temas que afectan directamente a nuestras industrias más importantes, como la automotriz, y nuestras políticas energéticas. Prepararnos bien para esa negociación es vital para asegurar que México siga siendo un socio comercial confiable y un buen lugar para invertir. Los ojos de nuestros socios comerciales están puestos en el nuevo gobierno y en el gran poder que acumuló en las elecciones. Para conocer más sobre la estructura y funciones del gobierno, el portal oficial del Gobierno de México es un buen punto de partida.

En definitiva, el sexenio que arranca se perfila como un periodo de profundas definiciones. El nuevo gobierno tiene un respaldo popular y político como pocos, pero los desafíos son de la misma magnitud. Se necesitará visión de Estado, capacidad de gestión y mucha negociación para construir el país más seguro, próspero y justo que todos anhelamos.