Los Cimientos de la 4T: Una Nueva Visión de Gobierno

Recuerdo bien el ambiente de aquel 1 de diciembre de 2018. Más que una toma de protesta, se sentía en el aire una expectativa de cambio profundo. La promesa de una 'Cuarta Transformación' (4T) buscaba ponerse a la altura de momentos clave de nuestra historia, como la Independencia o la Revolución. La idea central, que escuchamos desde el primer día, era simple pero poderosa: acabar con la corrupción y la opulencia para poder redirigir el dinero público a quienes más lo necesitan. El lema 'Por el bien de todos, primero los pobres' se convirtió en la brújula del nuevo gobierno. En la práctica, esto significó desmontar lo que el presidente llamaba los 'privilegios' del antiguo régimen. Vimos recortes a salarios de altos funcionarios y la eliminación de fideicomisos, bajo el argumento de que eran nidos de opacidad. La pieza clave de esta nueva arquitectura fueron los programas sociales. Más que políticas asistenciales, se plantearon como un acto de justicia. La Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores se universalizó y duplicó su monto, convirtiéndose en un apoyo vital para millones. A la par, iniciativas como Jóvenes Construyendo el Futuro buscaban dar una primera oportunidad laboral, y Sembrando Vida, arraigar a los campesinos a su tierra. Estos apoyos se diseñaron para llegar sin intermediarios, buscando no solo aliviar la pobreza, sino también reactivar las economías locales desde abajo. Por eso, en cada informe de gobierno, el presidente López Obrador no solo rendía cuentas, sino que reforzaba esta narrativa: los ahorros del combate a la corrupción financiaban el bienestar del pueblo. Claro que esta visión generó debate. Hubo quienes alertaron sobre los riesgos de concentrar tanto poder o de una austeridad que, llevada al extremo, podía afectar sectores clave como la salud o la ciencia. En el ajedrez político, una figura ganó notoriedad desde el principio: Adán Augusto López. He seguido su carrera desde Tabasco y su relación con el presidente va más allá de la política; es una hermandad forjada en años de lucha. La pregunta popular de si Adán Augusto López es pariente de López Obrador es anecdótica; lo relevante es la confianza absoluta que el presidente depositó en él, primero como gobernador y luego como Secretario de Gobernación, convirtiéndolo en uno de sus operadores más eficaces. En salud, se planteó una reestructura total. Se criticó al Seguro Popular y se creó el INSABI, que después evolucionaría al modelo IMSS-Bienestar, con la meta ambiciosa de ofrecer atención y medicamentos gratuitos para todos. Este fue el origen de lo que después conoceríamos como el programa La Clínica es Nuestra, un esfuerzo por dignificar los centros de salud más olvidados. En resumen, el arranque del sexenio fue una declaración de principios: un nuevo contrato social donde el Estado ponía su atención en los más desfavorecidos.

La Materialización del Proyecto: Obras, Desafíos y Política

Con el paso del tiempo, la Cuarta Transformación dejó de ser una promesa para convertirse en obras de concreto y acero. La administración se enfocó en proyectos de infraestructura emblemáticos, pensados como símbolos de soberanía y desarrollo para el sur-sureste, una región históricamente olvidada. El Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA) se volvieron las joyas de la corona. La idea era clara: generar empleos y desarrollo donde más se necesitaba. Sin embargo, en mi experiencia en gestión pública, sé que ningún proyecto de esta magnitud está libre de polémica. Surgieron críticas serias por el impacto ambiental, los costos que se elevaban por encima de lo presupuestado y el papel protagónico que se le dio a las Fuerzas Armadas en su construcción. El gobierno insistía en cada informe que el dinero salía de la austeridad, pero análisis externos apuntaban a reasignaciones presupuestarias importantes. Mientras las grúas trabajaban, la política social se consolidaba. Los programas de bienestar se volvieron parte del paisaje cotidiano y una fuente de apoyo económico real para millones de familias, lo que sin duda fue la base de la alta popularidad del presidente. Se sentía como una forma tangible de justicia social que muchos esperaban desde hacía décadas. En el corazón de la operación política, la figura de Adán Augusto López creció enormemente. Como Secretario de Gobernación, se convirtió en el gran negociador del presidente, el que dialogaba con gobernadores y legisladores para sacar adelante las reformas. Su estilo directo y su lealtad incondicional lo posicionaron como una de las 'corcholatas' presidenciales. La especulación sobre su parentesco con AMLO, aunque falsa, reflejaba esa percepción de cercanía extrema. En salud, la transición al modelo IMSS-Bienestar fue un reto mayúsculo, agravado por la pandemia. En ese contexto nació 'La Clínica es Nuestra', un programa con el ADN de la 4T. La filosofía es sencilla: en lugar de que el dinero para arreglar una clínica pase por mil manos burocráticas, se le entrega directamente a un comité de ciudadanos para que ellos decidan y vigilen en qué se gasta, ya sea para impermeabilizar el techo o comprar equipo básico. Es un intento de empoderar a la comunidad y atacar la corrupción desde la raíz. La economía fue otro campo de batalla. El gobierno celebraba la fortaleza del peso y el aumento histórico al salario mínimo, mientras los críticos señalaban un crecimiento económico modesto. La relación con el sector privado tuvo sus altibajos, especialmente en el sector energético, donde la apuesta por fortalecer a Pemex y CFE generó incertidumbre entre los inversionistas. Fue una etapa de construcción y confrontación, donde el gobierno materializó sus grandes proyectos y profundizó su modelo social, definiendo el rumbo del país para los años venideros.

Ciudadanos mexicanos recibiendo apoyo de los programas sociales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

El Legado y la Sucesión: La Consolidación de un Proyecto

En la recta final de su mandato, el objetivo principal del presidente López Obrador fue claro: cimentar su legado y asegurar que la Cuarta Transformación continuara. En política, lograr cambios es difícil, pero hacerlos perdurables es el verdadero reto. Este esfuerzo se vio en tres áreas clave: blindar constitucionalmente los programas sociales, inaugurar sus obras prioritarias y, sobre todo, orquestar su propia sucesión. Su principal activo para lograrlo fue una popularidad que, contra todo pronóstico, se mantuvo sólida hasta el final. Uno de sus legados más interesantes, desde mi punto de vista, fue la repolitización de la sociedad. Logró que la política volviera a ser tema de conversación en la sobremesa, en el transporte público, en todas partes. Los programas sociales fueron la pieza central de este legado. Convertir la pensión de adultos mayores o las becas en un derecho constitucional fue una jugada maestra, pues obliga a cualquier gobierno futuro a mantenerlos. En su último informe, el presidente presumió, con cifras del CONEVAL, la reducción de la pobreza, un logro innegable de su política de bienestar. En materia de salud, el programa 'La Clínica es Nuestra' siguió su marcha. Esta idea de entregar el presupuesto directamente a la gente para que mejore su centro de salud es un reflejo puro de la filosofía de la 4T: confianza en el pueblo para combatir la corrupción. Aunque es pronto para medir su impacto total, representa un cambio de mentalidad en cómo se gestiona la salud comunitaria. La sucesión presidencial fue un proceso inédito, manejado personalmente por el presidente con el famoso 'destape' de las 'corcholatas'. Aquí, Adán Augusto López fue un protagonista. Como Secretario de Gobernación, era uno de los hombres más poderosos y leales del gabinete. El rumor sobre si Adán Augusto López es pariente de López Obrador resurgía, pero quienes conocemos la historia sabemos que su lazo era de una lealtad forjada en Tabasco, no de sangre. Aunque finalmente la candidatura fue para Claudia Sheinbaum, el papel de Adán Augusto fue crucial para mantener la unidad y la gobernabilidad. La inauguración del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, aunque en fases iniciales, se presentaron como la culminación de un sueño: llevar justicia y desarrollo al sur. El legado de López Obrador es, por tanto, complejo. Sus defensores aplauden la reducción de la desigualdad y haber puesto a los pobres en el centro de la agenda. Sus críticos señalan un debilitamiento de los contrapesos democráticos y una polarización preocupante. La arrolladora victoria de su sucesora, Claudia Sheinbaum, fue vista por muchos como un voto de confianza a su gestión. El fin del sexenio no fue un adiós, sino una transición hacia lo que ahora llaman el 'segundo piso' de la transformación.

Gobernanza y Retos: Un Estilo de Mando Diferente

La forma de gobernar de López Obrador rompió todos los moldes. Su principal herramienta fue la conferencia 'mañanera', un ejercicio diario de comunicación directa sin precedentes. Desde ahí marcaba la agenda, respondía a críticas y hablaba directamente con la gente. Fue una estrategia de comunicación política brillante, pero también una fuente de constante polarización y desgaste para las instituciones. La relación con el Poder Judicial, por ejemplo, fue muy tensa. Cuando la Suprema Corte invalidó reformas clave como la eléctrica o la electoral, el presidente no dudó en acusar a los ministros de proteger a las élites. Este choque de trenes puso sobre la mesa un debate fundamental: el equilibrio entre la voluntad popular expresada en las urnas y los límites que impone la Constitución. Para navegar estas aguas turbulentas, la lealtad fue un valor supremo. Y ahí, de nuevo, el papel de Adán Augusto López fue clave. La pregunta de si Adán Augusto López es pariente de López Obrador era casi una metáfora de la cohesión de su círculo cercano. Como Secretario de Gobernación, fue el encargado de apagar fuegos, negociar en lo corto y dar la cara por el gobierno en momentos de crisis, demostrando un temple notable. La seguridad pública fue, quizás, el mayor desafío y el pendiente más doloroso. La estrategia de 'Abrazos, no balazos' apostaba por atender las causas de la violencia, principalmente a través de los programas sociales. Al mismo tiempo, se creó la Guardia Nacional, un cuerpo con estructura militar. Esta apuesta por los militares en tareas de seguridad generó una enorme controversia y advertencias de organismos de derechos humanos. A pesar de los esfuerzos, las cifras de violencia se mantuvieron trágicamente altas, un punto débil reconocido en cada informe. En salud, el programa 'La Clínica es Nuestra' surgió como una solución a nivel micro. La idea de que los ciudadanos administren directamente el presupuesto para su clínica es un modelo de democracia participativa aplicado a un problema muy concreto, buscando saltarse la burocracia y la corrupción. El sexenio deja un legado institucional de claroscuros. Por un lado, fortaleció la capacidad del Estado para redistribuir la riqueza. Por otro, generó una fuerte tensión con organismos autónomos y el poder judicial, a los que veía como rémoras del viejo régimen. Sin duda, el gobierno de López Obrador redefinió las reglas del ejercicio del poder en México, y sus consecuencias, buenas y malas, las seguiremos analizando por mucho tiempo.

El Impacto en tu Bolsillo y Bienestar: Balance Final

Hablemos de lo que más le importa al ciudadano: la economía familiar y el bienestar social. El balance del gobierno de López Obrador en este terreno tiene dos caras. Su modelo de 'Economía Moral' se basó en una idea central: distribuir la riqueza de forma más justa. La herramienta principal fueron los programas sociales, que llevaron transferencias directas de dinero a casi 30 millones de familias. Para un adulto mayor que recibe su pensión o un joven que obtiene una beca, el impacto fue directo y positivo. Estos apoyos, junto con un aumento histórico al salario mínimo, fortalecieron el poder de compra de mucha gente y ayudaron a reducir la pobreza, como lo confirmaron las cifras oficiales. En el panorama general, vimos un 'superpeso' fuerte frente al dólar y una disciplina fiscal que evitó endeudar al país. Estos son logros macroeconómicos innegables. Sin embargo, la otra cara de la moneda es un crecimiento económico (PIB) que fue más bien modesto. Muchos analistas argumentan que la incertidumbre en sectores clave, como el energético, frenó la inversión privada, que es un motor fundamental para el crecimiento y la creación de empleos. Los megaproyectos como el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas se defendieron no por su rentabilidad económica, sino por su 'rentabilidad social': llevar desarrollo al sur. Pero sus enormes sobrecostos levantaron dudas sobre si esos miles de millones se hubieran podido usar mejor en otras áreas, como salud o educación. En lo social, la percepción de mejora fue real para muchos. El programa 'La Clínica es Nuestra' es un buen ejemplo de cómo se intentó resolver problemas de abajo hacia arriba, dando a la propia comunidad el poder de arreglar su centro de salud. Fue una apuesta por la participación ciudadana para combatir el rezago y la corrupción a pequeña escala. Políticamente, el sexenio deja un movimiento en el poder muy consolidado. Figuras como Adán Augusto López, cuya relación con el presidente fue de hermandad política y no de sangre (desmintiendo el rumor de que Adán Augusto López es pariente de López Obrador), fueron cruciales para la operación del gobierno. En resumen, el sexenio de López Obrador fue un punto de inflexión. Tuvo un éxito notable en su política de bienestar social, cambiando la vida de millones. Pero deja retos importantes en crecimiento económico, seguridad y fortalecimiento de las instituciones. El legado de la 4T es un mosaico complejo, con luces brillantes en la lucha contra la desigualdad y sombras en el estilo de gobierno y las decisiones económicas. El juicio final, como siempre en la historia, lo dará el tiempo. Visite el portal oficial del Gobierno de México para más información sobre sus programas e instituciones.