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El Termómetro del Poder: Entendiendo el Medio Término en el Gobierno Mexicano

En cualquier democracia que se respete, las elecciones de medio término son uno de los momentos más reveladores. Yo siempre las he visto como un referéndum ciudadano sobre la gestión del presidente en turno. Son la oportunidad perfecta para que la gente, con su voto, decida si le da un espaldarazo al gobierno o si, por el contrario, le pone un freno. Estos comicios tienen el poder de reconfigurar el mapa político y marcar el rumbo del país para la segunda mitad de un sexenio. En México, este ejercicio se ha vuelto cada vez más importante; es un termómetro que mide con precisión el sentir de la gente y el balance de fuerzas en el Congreso. Históricamente, es común que el partido en el poder sufra un cierto desgaste y reciba un 'voto de castigo', lo que demuestra que la ciudadanía está atenta y evalúa. Entender esta dinámica es clave para analizar la gobernabilidad de cualquier administración en México.

Para ponerlo en perspectiva, recordemos las elecciones intermedias de 2021 en México. Fueron un evento masivo, no solo porque se renovó toda la Cámara de Diputados, sino porque coincidieron con elecciones locales en todo el país. El resultado fue un claro ejemplo de cómo funcionan estos contrapesos. Si bien el partido del presidente López Obrador, Morena, y sus aliados mantuvieron la mayoría, no lograron la 'mayoría calificada' que necesitaban para hacer cambios a la Constitución por sí solos. Esto los obligó a negociar. La oposición, por su parte, recuperó terreno importante, sobre todo en las grandes ciudades. Fue la demostración palpable de que el Congreso no es un mero trámite, sino un poder real que puede y debe equilibrar al ejecutivo. Aquel resultado forzó al gobierno a dialogar y a construir acuerdos, una lección de democracia en acción.

Ahora, es importante aclarar algo que genera confusión. Mucha gente buscó información sobre 'elecciones de medio término 2024', pero en México, lo que tuvimos en 2024 fue una elección general: elegimos nueva Presidenta, Senadores y Diputados. Sin embargo, el concepto resuena porque la elección del Congreso que acompañó a la presidencial funciona como el primer gran pulso para el nuevo gobierno. La manera en que quedó conformado el Congreso este 2024 definirá la capacidad de la presidenta Claudia Sheinbaum para sacar adelante su agenda. La victoria tan amplia de su coalición, que les dio una mayoría casi total, nos presenta un escenario de poder que no habíamos visto en mucho tiempo y que pone sobre la mesa, de nuevo, el debate sobre los contrapesos. Este nuevo balance de poder será el telón de fondo de la política mexicana hasta las próximas elecciones verdaderamente intermedias, en 2027. En esa fecha, volveremos a las urnas para renovar la Cámara de Diputados y, una vez más, evaluar a mitad del camino al gobierno en turno.

La Arquitectura del Poder Legislativo y su Renovación

Para que quede más claro, nuestro Congreso se divide en dos: la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Los 500 diputados se renuevan por completo cada tres años. Esto quiere decir que justo a la mitad de cada sexenio presidencial, tenemos una elección intermedia dedicada exclusivamente a renovar esta cámara a nivel federal. Por eso el debate se centra tanto en el equilibrio de poder. De esos 500 diputados, 300 son elegidos directamente en su distrito (el candidato que gana, se queda con el puesto) y los otros 200 se asignan según el porcentaje de votos que cada partido obtiene a nivel nacional. Este sistema mixto busca que haya tanto representantes directos de las comunidades como una representación justa de las distintas fuerzas políticas del país.

El papel de los diputados es vital. Una de sus tareas más importantes es aprobar cada año el Presupuesto, es decir, decidir cómo se gasta el dinero de todos los mexicanos. Por eso las elecciones intermedias son una batalla tan estratégica. El partido que controla la mayoría puede impulsar sus programas sociales, proyectos de infraestructura o, por el contrario, hacer recortes. Perder esa mayoría, como casi le sucedió al oficialismo en 2021, puede significar que la agenda del presidente se frene o que tenga que ceder ante la oposición. La nueva aritmética del Congreso que sale de las urnas define todo el juego político que veremos en los siguientes años.

Viendo hacia adelante, la renovación del Congreso en 2024 ha cambiado las reglas del juego drásticamente. La mayoría tan sólida que obtuvo la coalición gobernante podría permitirle aprobar reformas muy profundas, incluidas las constitucionales. Esto, como es natural, ha generado un debate intenso sobre la salud de nuestra democracia y la posible erosión de los contrapesos. Instituciones como la Suprema Corte de Justicia y los organismos autónomos tendrán un papel crucial como guardianes del equilibrio. En este escenario, las elecciones intermedias de 2027, aunque parezcan lejanas, adquieren una importancia monumental. Serán la primera gran oportunidad para que los ciudadanos evaluemos al nuevo gobierno y decidamos si mantenemos el rumbo o si es necesario un nuevo ajuste de poder. La ciudadanía y los partidos ya empiezan a mirar hacia ese horizonte, entendiendo que es ahí donde se juega gran parte del control del gobierno.

Ciudadanos mexicanos ejerciendo su voto en una casilla electoral, un pilar fundamental para la democracia y las elecciones de medio termino.

El Espejo Americano: Elecciones de Medio Termino en Estados Unidos y su Impacto Global

Para entender mejor la idea de las elecciones intermedias, es muy útil mirar a Estados Unidos, donde las 'midterm elections' son todo un acontecimiento político. A diferencia de México, donde nos enfocamos en los diputados, allá el proceso es más amplio. Se celebran cada cuatro años, justo a la mitad del mandato presidencial, y en ellas se renueva toda la Cámara de Representantes (435 miembros) y un tercio del Senado. Además, se eligen decenas de gobernadores y miles de cargos locales, convirtiéndolas en un verdadero referéndum nacional. Después de años observando la relación bilateral, puedo decir que es una cita que en México seguimos con lupa.

Primero, una aclaración importante: en 2024, Estados Unidos tiene elecciones presidenciales, no de medio término. Las últimas 'midterms' fueron en 2022 y las próximas serán en 2026. Sin embargo, el interés en el tema demuestra que la gente entiende que el poder del presidente estadounidense depende, y mucho, de quién controle el Congreso. La historia allá nos muestra un patrón muy claro: al partido del presidente no le suele ir bien en las intermedias. Es como si el electorado buscara poner un contrapeso, un 'estate quieto' para evitar que un solo partido acumule demasiado poder. Este fenómeno casi siempre obliga a la Casa Blanca a moderar su agenda y a buscar acuerdos con la oposición.

Y aquí viene lo interesante para nosotros: los resultados de esas elecciones tienen un impacto directo en México. La relación entre nuestros países es una de las más intensas del mundo, y temas como el comercio, la migración o la seguridad dependen de quién tenga la batuta en el Congreso estadounidense. Por ejemplo, el futuro del T-MEC, el tratado comercial, está en manos de esos legisladores. Un Congreso con una mayoría que no vea con buenos ojos el libre comercio podría presionar para cambiar las reglas del juego, afectando a miles de empresas y empleos en México. Por eso, desde el gobierno hasta los empresarios mexicanos, todos están muy atentos a esa contienda. Aunque las 'midterms' de 2024 no existen como tal, la nueva configuración del Congreso que salga de la elección general de este año será clave para la relación con México en los próximos años.

La Lucha por el Control del Congreso y sus Consecuencias para México

En Washington, la política es un eterno juego de estira y afloja. Cuando un presidente pierde el control de una o ambas cámaras del Congreso, se habla de un 'gobierno dividido'. En la práctica, esto puede significar un bloqueo casi total. La capacidad del presidente para aprobar leyes, nombrar jueces o firmar tratados se reduce drásticamente. La oposición usa su poder en el legislativo para investigar al gobierno y frenar su agenda. Este escenario puede llevar a una parálisis que no es buena para nadie.

Para México, un gobierno dividido en EE.UU. tiene dos caras. Por un lado, puede ser algo bueno si frena iniciativas que nos perjudican, como políticas migratorias más duras. El Congreso puede actuar como un moderador. Pero, por otro lado, esa misma parálisis puede impedir que avancen acuerdos que nos benefician, como una reforma migratoria que dé certeza a millones de connacionales. Temas como la seguridad fronteriza se vuelven un arma política en las campañas intermedias, y los resultados pueden llevar a un endurecimiento de las políticas en nuestra frontera común. Los inversionistas también están muy pendientes, pues la inestabilidad en nuestro principal socio comercial siempre genera nerviosismo.

Por eso, la discusión sobre el poder legislativo en EE.UU. es tan relevante para nosotros. Tras las elecciones de 2024 en ambos países, la diplomacia será más importante que nunca. El gobierno de México tendrá que tejer fino, no solo con la Casa Blanca, sino con los líderes de ambas cámaras en el Capitolio, buscando aliados en ambos partidos para defender nuestros intereses. He visto que a menudo, los legisladores de estados fronterizos o con gran población latina se convierten en nuestros mejores interlocutores. Las próximas 'midterms' de 2026 serán un nuevo examen para el presidente estadounidense y, por lo tanto, volverán a mover las piezas en el tablero para México. Al final, tanto aquí como allá, la democracia nos demuestra que el poder nunca es absoluto y está en constante revisión.

El Futuro del Equilibrio Democrático: Congreso, Contrapesos y Elecciones

La jornada electoral del 2 de junio de 2024 en México, sin duda, ha marcado un antes y un después. Como ya mencioné, no fue una elección de medio término en el sentido estricto, pero la renovación total del Congreso junto con la Presidencia nos ha dejado un escenario que definirá la próxima etapa de nuestra vida pública. La victoria tan clara de la coalición gobernante, que le ha dado una mayoría casi absoluta en el Congreso, nos obliga a preguntarnos sobre el futuro de los contrapesos institucionales. Durante muchos años, en México nos acostumbramos a un 'gobierno dividido', donde el presidente tenía que negociar con la oposición para gobernar. Este equilibrio, aunque a veces lento, se consideraba una garantía contra la concentración de poder. Lo que vemos ahora se parece más a épocas pasadas, donde el Ejecutivo tenía un control casi total.

En este nuevo panorama, la mirada se dirige a las instituciones que actúan como freno y equilibrio. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se convierte en un árbitro fundamental. Los ministros tendrán la enorme responsabilidad de resolver las controversias que surjan de las grandes reformas que se han propuesto, como la del Poder Judicial. Su independencia será puesta a prueba como nunca antes. Del mismo modo, organismos autónomos como el INE (el árbitro electoral) o el INAI (el guardián de la transparencia) enfrentan un futuro incierto. La fortaleza de nuestra democracia dependerá, en gran medida, de la solidez de estas instituciones.

Mientras tanto, la oposición política tiene ante sí el gran reto de reinventarse. Su papel será clave para representar a las voces que piensan diferente y para fiscalizar al gobierno desde el Congreso, por muy minoritarios que sean. Las próximas elecciones verdaderamente intermedias, en 2027, serán la primera gran prueba de fuego para todos. En esos comicios renovaremos a los 500 diputados y se elegirán varias gubernaturas. Será una nueva oportunidad para que el electorado evalúe y, si así lo decide, reequilibre el poder. El interés que hoy vemos en las elecciones de 2024 debe transformarse en una conciencia cívica de cara a lo que estará en juego en 2027.

La Responsabilidad Ciudadana: El Camino a Seguir

Pero más allá de los partidos y los políticos, la verdadera salud de una democracia se mide por la participación de su gente. En mi experiencia, he aprendido que las elecciones no son la meta, sino el principio de la rendición de cuentas. Tu voto, en cada elección, ya sea presidencial, local o intermedia, es la herramienta más poderosa que tienes para influir en el rumbo de tu comunidad y de tu país. Una lección clave es que no darle importancia a las elecciones legislativas puede tener consecuencias tan grandes como en las presidenciales. Es en el Congreso donde se deciden las leyes que afectan tu bolsillo, tu seguridad, tu salud y tu educación. Por eso, informarse sobre quiénes son los candidatos a diputados y senadores es una tarea cívica fundamental.

Fortalecer nuestra cultura democrática también significa exigir cuentas claras todos los días, no solo en elecciones. La sociedad civil, los periodistas independientes y los académicos son esenciales para vigilar el poder, analizar cómo se gasta nuestro dinero y denunciar la corrupción. En un escenario de poder concentrado, estas voces son más importantes que nunca para mantener vivo el debate público y asegurar que el gobierno trabaje para todos. El diálogo entre los ciudadanos y sus representantes no puede limitarse a las campañas; debe ser permanente.

En resumen, el concepto de 'medio término' nos recuerda que la democracia es un proceso vivo. Estas elecciones son una evaluación, un ajuste de poder y una reafirmación de que la soberanía, al final del día, reside en nosotros, los ciudadanos. Los resultados de 2024 han abierto un nuevo capítulo en la historia de México. El reto ahora es defender los contrapesos, fomentar una oposición constructiva y, sobre todo, fortalecer nuestra participación. El camino hacia las elecciones intermedias de 2027 comienza hoy, con la vigilancia activa y el compromiso de cada uno de nosotros. El futuro del gobierno está, como siempre ha estado, en nuestras manos. Para información oficial sobre procesos electorales, puedes consultar el sitio web del Instituto Nacional Electoral.