Tabla de Contenido
- ¿Cuál es la diferencia clave con nuestro sistema?
- El nacimiento de un gobierno: De las elecciones al poder
- El corazón del sistema: Elecciones y el rol de las Cámaras
- Las reglas del juego para controlar al gobierno
- El caso de México: ¿Un sistema presidencial con alma de parlamento?
- Los mecanismos de control en nuestro Congreso y el debate actual
¿Cuál es la diferencia clave con nuestro sistema? Entendiendo los fundamentos
Para entender la política, primero hay que conocer las reglas del juego. En el mundo hay, principalmente, dos grandes modelos de gobierno democrático. El que tenemos en México es el presidencial. Pero hoy quiero hablarte del otro, el parlamentario, porque entenderlo nos da muchas pistas sobre nuestra propia política. La diferencia fundamental es muy sencilla: en un sistema parlamentario, el poder Ejecutivo (el presidente y su gabinete) no se elige por voto directo como aquí, sino que nace del poder Legislativo (el parlamento o congreso) y debe responderle directamente. [1, 21] Imagina que el parlamento es el gran jefe. Si no está contento con el trabajo del gobierno, puede quitarle la confianza y provocar su caída. Créeme, después de años viendo cómo se tejen los acuerdos en los pasillos del poder, esta diferencia lo cambia todo. La soberanía recae en esa asamblea de representantes, que es el centro de la vida pública. [1]
Este modelo no apareció de la noche a la mañana. Sus raíces son antiguas, vienen de Europa, donde poco a poco los reyes fueron cediendo poder a asambleas de nobles y ciudadanos. El caso más famoso es Inglaterra, que pasó de una monarquía donde el rey mandaba todo, a una donde el monarca "reina, pero no gobierna". [4, 6] El poder real pasó a un Primer Ministro. Esto crea un Ejecutivo con dos cabezas: un Jefe de Estado (el rey o un presidente con un papel más bien simbólico) y un Jefe de Gobierno (el Primer Ministro), que es quien realmente toma las decisiones. [1, 13, 14] Esto choca con nuestro sistema, donde el Presidente de México es Jefe de Estado y de Gobierno al mismo tiempo. En un sistema parlamentario, el Primer Ministro y sus ministros suelen ser también diputados y necesitan mantener el apoyo de la mayoría en el parlamento para seguir en sus puestos. [13] Esta conexión los obliga a negociar y colaborar todo el tiempo.
El nacimiento de un gobierno: De las elecciones al poder
Entonces, ¿cómo llega un gobierno al poder? Todo empieza con las elecciones parlamentarias. [2] Los ciudadanos votan para elegir a los miembros del parlamento, no para elegir al Primer Ministro. Una vez que se sabe cómo quedó conformada la asamblea, el Jefe de Estado (el rey o presidente ceremonial) le encarga formar gobierno al líder del partido o de la alianza de partidos que tenga la mayoría. Si nadie tiene mayoría absoluta, empieza un periodo de negociaciones intensas para formar una coalición. Una vez formado, este nuevo gobierno, con el Primer Ministro a la cabeza, presenta su plan de trabajo y pide un "voto de confianza" al parlamento. Si la mayoría lo respalda, el gobierno arranca oficialmente. Su estabilidad dependerá de que esa mayoría se mantenga unida. Mientras tanto, la oposición juega un papel clave: fiscalizar y presentarse como una alternativa. Este mecanismo, en mi experiencia, fomenta el diálogo y los pactos, pues es un reflejo directo de la diversidad de opiniones que hay en la sociedad.
Para que este delicado equilibrio funcione, son cruciales las reglas parlamentarias. Piensa en ellas como el reglamento de un deporte: definen qué se puede hacer, cuándo y cómo. [23, 33, 36] Estas normas establecen desde cómo presentar una ley hasta los tiempos para hablar en un debate. [26] Son las que permiten herramientas tan poderosas como la "moción de censura", que es la "tarjeta roja" con la que el parlamento puede despedir a un gobierno. [13, 21] También existe la "cuestión de confianza", donde el propio gobierno pregunta al parlamento si todavía lo apoya, usualmente para sacar adelante una ley importante. El uso correcto de estas reglas es vital para la salud de la democracia, pues asegura que la mayoría gobierne, pero sin aplastar a las minorías. Aunque en México nuestro sistema es presidencial, nuestro Congreso también tiene sus propias leyes y reglamentos que organizan el trabajo de diputados y senadores, demostrando que, sin importar el sistema, se necesitan reglas claras para que el poder funcione de forma ordenada. [25, 33]

El corazón del sistema: Elecciones y el rol de las Cámaras
El motor de cualquier democracia de tipo parlamentario son sus elecciones y el trabajo diario en el congreso. Las elecciones parlamentarias son el momento clave que define el balance de poder en el país. [2, 37] A diferencia de México, donde en la boleta marcamos por un lado al presidente y por otro a los legisladores, en un sistema parlamentario el voto ciudadano va dirigido a elegir a los miembros de la asamblea. De la composición de este parlamento saldrá el equipo que gobernará. [1, 21] La forma en que los votos se convierten in escaños varía mucho y esto tiene un impacto enorme. Algunos sistemas favorecen mayorías claras para un partido, mientras que otros, como los de representación proporcional, suelen crear parlamentos muy diversos donde es indispensable formar alianzas para gobernar. La elección de este sistema no es un mero tecnicismo; define cómo compiten los partidos y qué tan estable será el gobierno.
Una vez electas, las cámaras parlamentarias se convierten en el centro de la vida política. Puede haber una sola cámara (unicameral) o dos (bicameral), como en México con nuestra Cámara de Diputados y el Senado. [1, 7, 19] Cuando hay dos, cada una tiene tareas específicas. La cámara baja generalmente representa al pueblo de forma más directa y es donde se cuece la formación y el control del gobierno. La cámara alta puede servir para representar a los territorios (como los estados) o para actuar como un contrapeso más reflexivo. [22] El trabajo pesado se hace en comisiones especializadas por temas (economía, justicia, salud, etc.). Son como mesas de trabajo donde los legisladores, junto a expertos, "cocinan" las leyes a fuego lento, las discuten y modifican antes de que pasen al pleno para la votación final. [15] He participado en incontables reuniones de comisiones y puedo decirte que es ahí donde ocurre la verdadera negociación legislativa, lejos de los reflectores. Para conocer más sobre los trámites del Gobierno, puedes consultar nuestra guía.
Las reglas del juego: Instrumentos para controlar al gobierno
Todo este engranaje no podría moverse sin un manual de instrucciones claro: las reglas parlamentarias. [23, 24, 33] Estas normas, que a menudo son libros enteros, son la gramática del poder. [28] Regulan desde cómo se presenta una propuesta de ley hasta cómo se mantiene el orden en el salón de sesiones. Pero lo más importante es que establecen los mecanismos de control del parlamento sobre el gobierno. Estos instrumentos son la esencia de la rendición de cuentas. Entre los más conocidos están las interpelaciones (cuando los ministros deben ir al pleno a responder preguntas), las comisiones de investigación para indagar en escándalos o problemas graves, y la ya famosa moción de censura. [13, 44] Esta última es el arma más potente de la oposición: si la mayoría vota a favor, el gobierno entero debe renunciar. A la inversa, el propio gobierno puede usar la "cuestión de confianza" para presionar a sus aliados, ligando la aprobación de una ley a su propia supervivencia. El manejo estratégico de estas reglas es el pan de cada día en la política parlamentaria. Aunque en nuestro sistema presidencial no tenemos una moción de censura como tal, sí existen herramientas de control, como las comparecencias de secretarios ante el Congreso, que obligan al Ejecutivo a rendir cuentas, demostrando que la necesidad de vigilar al poder es universal. [26]
El caso de México: Un sistema presidencial con alma de parlamento
Aunque nuestra Constitución establece claramente un sistema presidencial, la realidad política de México, sobre todo en las últimas décadas, tiene muchos rasgos que recuerdan a un parlamento. Nuestro Congreso de la Unión es el escenario donde estas similitudes se ven con mayor claridad. [7] En estricto sentido, no tenemos un gobierno parlamentario: aquí elegimos al Presidente por voto directo, no depende de la confianza del Congreso para gobernar y no se le puede destituir con una moción de censura. [6, 15] Sin embargo, desde que las reformas políticas abrieron la puerta a una mayor competencia, se volvió muy raro que un presidente tenga mayoría absoluta en ambas cámaras. Esto lo ha obligado a gobernar de una forma mucho más negociadora. He sido testigo de maratónicas negociaciones para sacar adelante un presupuesto o una reforma. Ahí es donde te das cuenta de que el Congreso se ha convertido en un actor con un poder de negociación y de bloqueo formidable.
Nuestras cámaras parlamentarias, la de Diputados y la de Senadores, tienen herramientas de control muy parecidas a las de los parlamentos puros. [17, 18] Por ejemplo, la facultad exclusiva de la Cámara de Diputados para aprobar el Presupuesto de Egresos es, quizás, el instrumento de control más poderoso que tiene el Legislativo. [19] Sin el visto bueno de los diputados, el gobierno no puede gastar un solo peso. Ambas cámaras pueden llamar a comparecer a los secretarios de Estado para que rindan cuentas, sometiéndolos a un escrutinio público y mediático muy intenso. [26] El Senado, por su parte, tiene la última palabra en política exterior, pues ratifica tratados internacionales y nombramientos de embajadores, poniendo un límite claro al poder presidencial en esa área. Para entender la importancia de estas relaciones, revisa las claves de la relación económica entre México y Estados Unidos. [22] También existen las comisiones de investigación para indagar asuntos de interés nacional, otro mecanismo de control típico de los parlamentos. [44] Incluso nuestras elecciones intermedias, que renuevan la Cámara de Diputados a mitad del sexenio, funcionan en la práctica como una evaluación ciudadana del gobierno en turno, lo que puede cambiar por completo el panorama político.
Los mecanismos de control del Congreso mexicano y el debate actual
La vida interna de nuestro Congreso está regulada por sus propias reglas parlamentarias, como la Ley Orgánica y los reglamentos de cada cámara. [33, 36] Ahí se establece cómo funcionan sus órganos de gobierno, como la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), que es donde los líderes de todos los partidos se sientan a negociar la agenda legislativa, funcionando casi como un gabinete de líderes parlamentarios. [17] Las reglas para debatir, presentar iniciativas y votar están detalladas para asegurar un trabajo ordenado. [23, 24] El debate sobre si a México le convendría moverse hacia un gobierno parlamentario o semiparlamentario es una discusión que resurge cada cierto tiempo, sobre todo en momentos de crisis. [46] Quienes lo proponen dicen que facilitaría crear gobiernos de mayoría estables y haría más directa la rendición de cuentas. Si te interesan las políticas gubernamentales, puedes consultar sobre los apoyos económicos del gobierno en 2025. [44] Quienes se oponen, advierten sobre el riesgo de inestabilidad y defienden la clara separación de poderes que nos da el presidencialismo. Más allá de ese debate, lo que es un hecho es que fortalecer las prácticas de diálogo, negociación y control dentro de nuestro actual sistema es fundamental para consolidar nuestra democracia. Si quieres conocer más sobre la estructura del gobierno, puedes visitar el portal oficial del Gobierno de México. Para entender cómo se implementan estas políticas a nivel local, puedes aprender cómo encontrar trabajo en tu municipio.
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