El Senado: El Copiloto del Gobierno Federal

Para entender el México de hoy, es fundamental entender a nuestro Congreso. Piénsenlo así: si el Presidente es el piloto del país, el Poder Legislativo es el equipo de copilotos e ingenieros de vuelo. Este equipo se divide en dos: la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. He visto a lo largo de mi carrera cómo el Senado, o Cámara Alta, actúa como una pieza de contrapeso y visión a largo plazo. No es un actor secundario; es una columna vertebral del pacto federal que une a nuestros 32 estados. Su renovación total cada seis años, junto con la elección presidencial, es un momento definitorio para el país, y la jornada electoral de junio de 2024 lo confirmó con creces.

Los 128 asientos del Senado se ocupan a través de un sistema mixto, una fórmula que busca equilibrar la representación de cada estado con la pluralidad de ideas a nivel nacional. Por un lado, se eligen senadores que representan directamente a su entidad, y por otro, se asignan escaños según el porcentaje de votos que cada partido obtiene en todo el país. Esta combinación, aunque compleja, intenta garantizar que tanto la voz de tu estado como las diferentes corrientes de pensamiento nacional tengan un lugar en las decisiones importantes.

Y vaya que son importantes. Según nuestra Constitución, el Senado tiene facultades exclusivas que son estratégicas. Ellos analizan y aprueban la política exterior que propone el Presidente, es decir, son el filtro de cómo México se relaciona con el mundo. Ratifican los nombramientos de embajadores, cónsules y, muy importante, de los ministros de la Suprema Corte de Justicia. También tienen la última palabra en temas de seguridad nacional, como permitir la salida de tropas, y pueden incluso declarar la desaparición de poderes en un estado si la situación se vuelve ingobernable. Por todo esto, el resultado de la última elección era vital. La composición de esta cámara determinaría la facilidad o dificultad con la que el nuevo gobierno podría implementar su programa, especialmente sus ambiciosas reformas a la Constitución. La campaña fue intensa, con dos grandes coaliciones disputándose el futuro del país y con el llamado 'Plan C' en el centro del debate, un tema que, como veremos, definirá el próximo sexenio.

Vista interior del hemiciclo del Senado de la República durante una sesión legislativa, representando la actividad del gobierno mexicano.

Así se Vivieron las Elecciones: Campañas y Resultados

La contienda por el Senado este 2024 fue, en mi experiencia, una de las más polarizadas que hemos vivido. Más que una simple elección de legisladores, se sintió como un referéndum sobre el rumbo del país. Lo que vimos en las calles y en los debates fue, esencialmente, una batalla entre dos grandes ideas sobre el futuro de México. Por un lado, la coalición oficialista, 'Sigamos Haciendo Historia', planteó su campaña como la consolidación de un proyecto. Su mensaje fue claro: dennos la mayoría para profundizar los programas sociales y para aprobar el 'Plan C', un paquete de reformas constitucionales que incluye una reestructuración de fondo del Poder Judicial. La promesa de obtener los votos necesarios para cambiar la Constitución sin tener que negociar fue un motor muy potente para sus simpatizantes.

Del otro lado, la coalición opositora, 'Fuerza y Corazón por México', articuló su discurso en torno al riesgo de la concentración de poder. Su argumento central era que se necesitaba un contrapeso en el Congreso para proteger la democracia y el equilibrio de poderes. Buscaban convencer al electorado de que eran el freno necesario ante lo que calificaban como un proyecto autoritario. Movimiento Ciudadano, por su parte, intentó abrirse paso como una tercera opción, apelando al desencanto con los dos bloques principales.

El día de la elección, aunque las encuestas ya anticipaban una victoria oficialista, pocos previeron su magnitud. Los resultados fueron contundentes. La coalición de Morena y sus aliados arrasó, ganando la mayoría en casi todo el país. La nueva composición del Senado les otorgó 83 de los 128 escaños. Para que nos entendamos, esto los deja a solo dos votos de la 'mayoría calificada', que es la que se necesita para reformar la Constitución. En la política, tener esos números es como tener la llave maestra del edificio constitucional. Ya no necesitas pedir permiso a la oposición para hacer cambios estructurales; solo necesitas una pequeña negociación.

La oposición, en contraste, sufrió un duro golpe, quedando con una representación significativamente menor. Esta nueva realidad parlamentaria otorga al gobierno de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, una libertad de acción legislativa que no se veía en México desde hace décadas. Si lo comparamos con Estados Unidos, donde el control del Senado se pelea escaño por escaño y obliga a negociaciones constantes, lo que veremos en México será una dinámica muy diferente. El poder legislativo del oficialismo es ahora inmenso, y esto abre la puerta a un periodo de transformaciones profundas en la estructura del Estado.

El 'Plan C' y la Agenda del Nuevo Gobierno: ¿Qué Sigue?

Con el nuevo Senado prácticamente bajo control, la atención se centra ahora en la agenda legislativa del gobierno entrante, y la joya de la corona es, sin duda, el 'Plan C'. Con una mayoría tan sólida, la coalición gobernante tiene el camino despejado para discutir y, muy probablemente, aprobar este paquete de reformas que podrían redibujar el panorama institucional de México.

La propuesta más sonada, y la que tiene a muchos analistas y ciudadanos preocupados, es la reforma al Poder Judicial. La idea central es que los ministros de la Suprema Corte, magistrados y jueces de todo el país sean elegidos por voto popular, como si fueran un diputado o un gobernador. Los defensores de esta medida, incluyendo al Presidente y a la Presidenta electa, argumentan que es la única forma de limpiar un sistema judicial que consideran corrupto y alejado del pueblo. Su lema es que el pueblo ponga y el pueblo quite. Sin embargo, los críticos, que incluyen a jueces, abogados y organismos internacionales, advierten de un riesgo enorme: la politización de la justicia. Temen que los jueces, en lugar de guiarse por la ley, tomen decisiones para ganar popularidad o para favorecer al partido político que los postuló. Esto importa porque el juez que resuelve desde una disputa con tu vecino hasta un amparo contra una ley, podría ser alguien que hizo campaña para ganar tu voto.

Pero la agenda no termina ahí. Se planea llevar a rango constitucional los programas sociales, eliminar legisladores plurinominales para, según dicen, reducir el costo del Congreso, y consolidar a la Guardia Nacional bajo control militar. Estas son decisiones que impactan directamente en la distribución del presupuesto, la representación política y la seguridad pública. La nueva correlación de fuerzas surgida de las elecciones ha creado las condiciones perfectas para lo que el oficialismo llama el 'segundo piso de la Cuarta Transformación'.

El futuro de México para el sexenio 2024-2030 se decidirá, en gran medida, en los debates y votaciones del nuevo Congreso. Las decisiones que tome esta Legislatura, con el poder que le dieron las urnas, no solo darán forma a los próximos años, sino que podrían redefinir permanentemente la relación entre los poderes del Estado y los derechos de los ciudadanos. Como ciudadano, es más importante que nunca mantenerse informado. Para seguir las actividades y programas del ejecutivo, una fuente directa es el portal oficial del Gobierno de México.