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La idea detrás de las Tandas: De la tradición a la política pública

Para entender el programa de Microcréditos para el Bienestar, mejor conocido en las calles como las Tandas del Gobierno, primero hay que entender algo muy nuestro: la tanda. Por generaciones, en barrios y comunidades de todo México, las tandas han sido nuestro sistema de ahorro y crédito, basado en algo que a veces escasea: la confianza. Un grupo de vecinos o amigos pone dinero, y por turnos, cada uno se lleva el pozo. Con eso se ha pagado desde la fiesta de XV años hasta la mercancía para la tiendita. Viendo esta dinámica, el gobierno federal tuvo una idea que en papel sonaba potente: tomar este modelo de economía solidaria y convertirlo en un programa social. La premisa era simple: dar un primer microcrédito 'a la palabra', sin intereses ni aval, confiando en que la gente pagaría para poder recibir más apoyo después. La intención era noble, buscaba inyectar capital directamente a quienes mueven la economía local, el dueño del puesto de jugos, la señora que cose ropa, el joven que repara celulares.

La batuta de este esfuerzo la tomó la Secretaría de Bienestar, lo que nos dice mucho. No se veía solo como un programa de créditos, sino como una herramienta para combatir la marginación. Los objetivos eran claros. Primero, darle acceso a financiamiento a la gente que los bancos suelen ignorar por no tener historial crediticio o un negocio formal. Segundo, impulsar el autoempleo y esos pequeños changarros que son el corazón de la economía en muchas zonas. Al no cobrar intereses, se esperaba que el dinero rindiera más para invertir en el negocio. Por último, la estrategia buscaba fortalecer las economías locales desde adentro. Por eso, el programa se enfocó en municipios con alta marginación y con población indígena o afromexicana, donde las oportunidades son más escasas. La implementación se hizo a través de los 'Servidores de la Nación', que iban casa por casa para identificar a posibles beneficiarios. Este enfoque directo fue clave en su diseño, aunque, como veremos más adelante, también fue fuente de controversia. En esencia, las Tandas del Bienestar fueron un intento de cambiar la relación entre el gobierno y el ciudadano, basándola en la confianza para construir autonomía económica.

Logo oficial de la Secretaría de Bienestar del Gobierno de México.

¿Cómo funcionaba el apoyo y qué se necesitaba para obtenerlo?

El mecanismo de las Tandas para el Bienestar fue diseñado como una escalera de confianza. Todo empezaba con un primer apoyo de 6,000 pesos, sin intereses y sin pedirte fiador. Era un voto de confianza. Después de recibir el dinero, tenías tres meses de gracia para que tu negocio se moviera. Luego, comenzabas a reembolsar 600 pesos al mes durante 10 meses. Aquí viene lo interesante: si cumplías y pagabas todo a tiempo, te 'graduabas' y podías solicitar un segundo crédito, ahora de 10,000 pesos. Si volvías a cumplir, podías acceder a uno de 15,000, y finalmente a uno de 20,000 pesos. En mi experiencia en la administración pública, este tipo de esquemas progresivos son un intento por fomentar una cultura de pago y asegurar que los recursos más grandes lleguen a quienes ya demostraron ser responsables. La idea era que el programa se retroalimentara solo.

Para entrar, había dos caminos principales. La modalidad más conocida, 'Consolidación', era para personas de 30 años en adelante que ya tuvieran un pequeño negocio (no agropecuario) con al menos seis meses de vida. Debías vivir en uno de los municipios seleccionados por el programa, que generalmente eran de alta marginación. Los papeles eran sencillos: tu INE, CURP y un comprobante de domicilio. El otro camino era para los egresados del programa 'Jóvenes Construyendo el Futuro'. Al terminar su capacitación, se les ofrecía una tanda como capital semilla para que echaran a andar su propio negocio. Era una forma de conectar un programa de capacitación con una oportunidad real de emprendimiento.

Ahora, la pregunta del millón: ¿qué pasa con las Tandas del Bienestar en 2024? Aquí hay que ser muy claros para evitar confusiones y fraudes. A nivel federal, el programa no ha lanzado nuevas convocatorias abiertas al público. La Financiera para el Bienestar (Finabien), que ahora gestiona los reembolsos, ha insistido en que no hay inscripciones nuevas y ha alertado sobre estafadores que piden dinero a cambio de un supuesto crédito. Mucho ojo con eso. El programa tuvo una transición compleja y, aunque algunos gobiernos estatales han lanzado iniciativas locales parecidas, como las 'Tandas para la Mujer' en Tabasco, no son lo mismo que el programa federal. Si te interesa un apoyo, la lección más importante que puedo darte es: verifica siempre la información en los sitios web oficiales del gobierno. No confíes en intermediarios ni en publicaciones de redes sociales no verificadas.

Logros, fracasos y el futuro de las Tandas del Bienestar

Hablemos de los resultados con honestidad. Por un lado, el programa sí logró poner dinero en manos de más de un millón de personas, muchas de ellas mujeres y pequeños comerciantes en zonas olvidadas. Para mucha gente, esos 6,000 pesos fueron la diferencia entre cerrar o mantener a flote su negocio durante un mal mes. Ese impacto a nivel humano es innegable. El diseño, al eliminar los intereses y basarse en la palabra, fue un respiro para quienes ven en la banca tradicional un muro infranqueable. Desde el punto de vista del desarrollo social, el intento de empoderar a la gente y fomentar la autogestión es valioso.

Sin embargo, la otra cara de la moneda muestra problemas serios. La crítica más fuerte, y que he escuchado en muchos foros de análisis político, es su posible uso como herramienta clientelar. Al ser operado por figuras ligadas al partido en el gobierno, siempre existió la duda de si los apoyos se daban por necesidad real o por afinidad política. Pero el golpe más duro a su reputación ha sido la bajísima tasa de reembolso. Distintos informes, incluyendo datos oficiales, han mostrado que la gran mayoría del dinero no regresó. Hablamos de que más de la mitad de los beneficiarios no hizo ni un solo pago. Desde la perspectiva de la administración pública, este es el talón de Aquiles del programa. Un modelo basado en la confianza que no logra recuperar los fondos simplemente no es sostenible a largo plazo con el dinero de los contribuyentes. La Auditoría Superior de la Federación también encontró fallas, como entregar apoyos a personas que no cumplían los requisitos, lo que revela debilidades en los controles.

Mirando hacia adelante, el futuro de las Tandas del Bienestar en 2024 a nivel federal es incierto. No hay nuevas convocatorias y el foco parece estar en intentar recuperar lo que se pueda de los créditos ya otorgados. La lección para cualquier gobierno es clara: la inclusión financiera es fundamental, pero los programas masivos necesitan un equilibrio delicado entre la confianza y la rendición de cuentas. Quizás el futuro esté en modelos híbridos, que combinen el apoyo económico con una capacitación empresarial más sólida para asegurar que los negocios prosperen y puedan pagar. La experiencia de este programa, con sus luces y sombras, será sin duda una lección clave para el diseño de las futuras políticas sociales en México. Si quieres información oficial sobre otros programas, te recomiendo siempre visitar el portal de la Secretaría de Bienestar.